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Una familia compuesta por Luz Rojas, la abuela; David Adorno, el padre; su esposa y dos niños pasó un enorme susto ayer jueves a la tarde.
Su tranquilidad fue interrumpida por un grupo de seis efectivos de la División Antinarcóticos que irrumpieron en su domicilio, rompieron el portón y causaron otros daños materiales.
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Los intervinientes gritaban un nombre, que David identificó como el de un vecino. Les aclaró a los policías que esa no era la casa de esa persona.
No aceptaban que se habían equivocado
Sin embargo, los efectivos no aceptaron enseguida que se habían equivocado, y continuaron con su procedimiento, asustando a los niños, que lloraron desesperados al ver las armas, según el relato.
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En tanto, la abuela de la familia, Luz Rojas, también se llevó un gran susto y se descompensó. Terminó en el centro de salud de Sapucái.
Varios minutos después llegó una fiscala, a quien David no pudo identificar porque la agente se negó a darle su nombre, según contó.
Pero al menos cuando la investigadora llegó, el equipo de intervinientes sí aceptó que se habían equivocado de lugar, y se retiraron de la casa sin pedir disculpas, relató Adorno.
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Tuvo que llevar a los niños al sicólogo
El hombre pide que se dé a conocer su caso para que otras familias no pasen por lo mismo, ya que es un trabajador preocupado por la salud de su madre y sus hijos.
Contó que este viernes recorrió hospitales para buscar asistencia sicológica para los pequeños, que no paran de llorar y de tener pesadillas con las armas que vieron.
Además, lamentó el perjuicio que causaron a la imagen de su familia, pues aunque se haya tratado de un error, las personas hablan y se ve en riesgo el trabajo de su madre, que es personal de blanco en el centro de salud de Sapucái.