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El lugar dispuesto para descanso de las personas que están cuidando a sus familiares internados en el Instituto de Previsión Social tiene techo de chapa, tipo tinglado. Esto hace que se sienta incluso más, el de por sí ya sofocante, calor que se tiene en Asunción y gran parte del país. Varios acompañantes ya sufrieron desmayos a causa de las altas temperaturas.
Varios ventiladores de techo dan todo de sí pero no alcanza. El panorama se vuelve peor a raíz de los intermitentes cortes de energía eléctrica que se produjeron en la mañana y siesta de este sábado.
Varias personas recurren a ventiladores a batería para los momentos en que dejan de funcionar los del techo, por la “ida y venida” de la energía.
Se ven obligados a comprar ese y otros artículos de los macateros o puestos comerciales de la zona, con el objetivo de salvar la situación.
Bebederos no funcionan
Martina Penayo es de Ciudad del Este. Acompaña a su madre, quien el pasado lunes fue derivada a la capital por problemas de corazón. “El calor es impresionante. Hace un rato tuvimos corte de luz; traemos ventiladores a batería para cuando no funcionan los ventiladores del techo. Mis familiares de Asunción son los que me asisten. Aquí los baños están limpios, hay agua, pero afuera ninguno de los bebederos funciona”, relata.
Personas se descompensan por el calor
Rocío Flor, por su parte, comenta como ya varias personas se descompensaron a raíz el calor intenso.
“La energía eléctrica va y viene. Eso ya quemó electrodomésticos que la gente trae. Varios familiares tuvieron baja de presión y de ser acompañantes terminan siendo pacientes”, contó.
La joven mencionó que darse una ducha cada cierto tiempo es otra técnica para tratar de combatir el calor extremo. “Para bañarnos y refrescarnos un poco, formamos filas. De noche, a algunos recién les toca a las 12, pero tenemos que ayudarnos entre todos”, manifiesta, resignada.
En otro sector, familiares y acompañante prefieren el árbol de mango, pues dicen que es más llevadero estar ahí que dentro del albergue.
Oscar Escurra está desde hace dos semanas en el lugar y da fe de que afuera, bajo el mango, es mucho mejor, siempre que no llueva. “Acá es un poco más fresco”, afirma.
En cuanto a lo costoso que resulta todo esto, narra que, efectivamente, todos los días hay gastos de supermercado. “La verdad es que siempre hay gastos, se compra insumos, hay que comprar agua, hielo. Todo eso ya suma”, finalizó.