“Hay que defender la vida y la familia de todos los Herodes actuales”, dijo monseñor Benítez

El obispo de la diócesis de Benjamín Aceval, monseñor Amancio Benítez, presidió la misa vespertina en el último día del novenario de la Virgen de Caacupé. Durante su homilía resaltó que “hay que defender la vida y la familia de todos los Herodes actuales y hay que promover los valores”.

El obispo de la diócesis de Benajamían Acebal monseñor Amancio Benitez, presidió la misa vespertina en el último día del novenario de la Viregen de Caacupé.
El obispo de la diócesis de Benjamín Aceval, monseñor Amancio Benítez, presidió la misa vespertina en el último día del novenario de la Virgen de Caacupé.

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Monseñor Amancio Benítez presidió la santa misa del último día del novenario de la Virgen de Caacupé. Durante su homilía dijo; “Hay que defender la vida y la familia de todos los herodes actuales y hay que promover los valores”. Hay que meditar porque no es difícil decir que casi el 90 % de los paraguayos creen en Dios, pero cumplen solo más o menos los mandamientos”, expresó.

Señaló que hay que poner en primer lugar la palabra de nuestro Dios y la oración en nuestros hogares. “Hay que reflexionar si es que personalmente tenemos un horario. Si es que tenemos la costumbre de una oración y si ponemos en nuestra mano la palabra de Dios, porque no es difícil decir que amamos a nuestro creador”, indicó.

Así también mencionó que hay que saber ver y evaluarnos si en nuestros hogares hay un lugar y horario para rezar. Sí, hay en la familia el nicho familiar. Incluso ese es un lugar de corrección fraterna para abrazarse y reconciliarse.

Cuestionó que hoy en día los celulares separan a las familias y que ya no existe un lugar de perdón. “Hay que amar realmente a nuestro Dios, y los padres, así como se preocupan, preocúpense por crecer espiritualmente”, dijo. “Si no alimentamos a nuestra familia con la palabra de Dios, no encontraremos un sendero. Hay que poner a nuestro Dios como el nuestro señor como el dueño absoluto de nuestra vida”, señaló.

“En el idioma guaraní decimos ñandejára y muchas veces lo dejamos de lado. Si no ponemos a Dios en primer lugar en nuestros hogares, nos olvidamos de él. Nosotros somos simples servidores y administradores de la vida”, agregó.

Recuperar la familia

“Vivimos esclavizados por los vicios y las muertes. Tenemos que pensar en recuperar el nicho familiar, tenemos que procurar y cumplir la palabra de nuestro señor”, expresó monseñor Benítez y recordó los 10 mandamientos e insistió a los presentes que lo tengan en cuenta. “Hay que tener en cuenta todo esto para servir a nuestro Dios”.

“Hay que dejar que Dios decida sobre la vida, la familia y la vocación. Preguntemos a nuestro señor cuál es su voluntad y cumplamos los 10 mandamientos. La familia es la cuna de la familia, el lugar donde crece y se desarrolla la familia. Pidamos a la Virgen de Caacupé por nuestro corazón, Ñamomba’e guazu ha jarespetá ñande Tupãsyme”.

En otro momento de su alocución, monseñor indicó que muchas veces hay una contradicción con las personas que dicen que aman a María, pero maltratan a la mujer que tienen en casa.

“Asimismo, como respetamos a la Virgen, tenemos que respetar a nuestras mujeres”, dijo.

“Hay muchos feminicidios y por eso tenemos que pedir a Dios que nos perdone porque muchas veces sin darnos cuenta colaboramos para que esto se extienda. La desidia, otros apoyan el maltrato, otros causan celos. Tantas cosas las autoridades no hacen caso, y por eso no cumplimos lo que nuestro Dios nos pide”, dijo.

Monseñor Amancio también lamentó las homilías que se estuvieron escuchando en estos días, porque todos los sacerdotes tuvieron razón en el sufrimiento que pasan los indígenas, desalojan y golpean a las sagradas familias. “Por ellos, tenemos que pedir perdón a Tupãsy por maltratar a las familias”, señaló el obispo.

Promover los valores

El obispo Benítez resaltó que hay que promover los valores; “es tan lindo recibir respeto, diálogo, honestidad, honorabilidad, decencia, delicadeza. En casa tenemos que aprender estos valores para que los hijos valoren más sus vidas”. “La gente de antes hacía las cosas con todas sus limitaciones. Algunos, aunque tengan buenos trabajos y ganen bien, manchan su apellido. La dignidad y la honestidad se aprenden en casa y los padres tienen que enseñarlo”, destacó.

“Hay que enseñar a los hijos a asumir su realidad lo que tienen y lo que no tienen. Si no tienen posibilidad de estudiar eso, no es deshonra. La deshonra es comprar títulos, algunos no estudian y se compran sus títulos”. “Ñande tavy ndaivai, ivaive ñande tavy con título”, puntualizó el monseñor.

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