Cargando...
Durante la homilía de la misa matinal en la Basílica de Caacupé, el cardenal Adalberto Martínez se refirió a temas que desnudan la realidad del país. Señaló que el problema de la tenencia y propiedad de la tierra en el Paraguay paradójicamente pone a los pueblos indígenas y a muchas familias campesinas en una situación de desplazamiento, de migración forzada, de atropello a sus derechos humanos, como el acceso a tierra, techo y trabajo.
“Nuestros saludos y solidaridad con todos nuestros miles de migrantes compatriotas que viven en otros países, desarraigados de sus tierras, forzados a movilizarse buscando mejores horizontes económicos y viven en el exilio, muchas veces en condiciones paupérrimas, indocumentados y desempleados, explotados en sus ambientes laborales en el exterior”, dijo.
“Las políticas de repatriación de nuestro país son aún un deber patriótico que deben ofrecer mejores condiciones de vida y asegurarles retornar a sus hogares con un mejor futuro en su propio terruño”, expresó el cardenal Martínez.
Indicó que las comunidades indígenas y campesinos en el Paraguay se volvieron unos extraños al ser desplazados de las tierras que legítimamente les corresponden. “Esta situación se ve agravada por la falta de políticas públicas para el arraigo en sus comunidades. En consecuencia han crecido los cinturones de pobreza en las zonas urbanas, en condiciones absolutamente precarias”, cuestionó.
“Hospedarlos significa devolverles lo que en justicia les corresponde. Además, implica abordar con seriedad, responsabilidad y coraje el mandato constitucional de la reforma agraria o el desarrollo integral. La sociedad paraguaya no puede seguir postergando un diálogo serio sobre el tema de la tierra y, como corresponde a un Estado Social de Derecho, cumplir y hacer cumplir el mandato constitucional sobre los derechos de los pueblos indígenas y de las familias campesinas; en definitiva, respetar y hacer respetar la dignidad de cada habitante de la República, y en especial de los más pequeños, vulnerables e indefensos”, dijo el arzobispo Martínez.
Lea más: Caacupé: 400 mil paraguayos pasan hambre y sufren de carencias en salud pública, dijo Cardenal
Cárceles pobladas de jóvenes
El cardenal Martínez también exhortó a que miremos a nuestro alrededor y veamos el rostro de Cristo en tantos hermanos pequeños que ni siquiera son visibles, aunque sean miles, como los pobres, generalmente jóvenes, que sobreviven hacinados en las cárceles del país.
“Las cárceles están pobladas de jóvenes que por falta de oportunidades, de estudio, de empleo, de recreación sana, sin un horizonte de esperanza, sin una familia ni una comunidad que los contenga y los proteja, terminan refugiándose en el consumo de drogas, que los destruye y los condena al descarte”, enfatizó.
Finalmente, resaltó que la cadena del tráfico de drogas, que beneficia y enriquece a unos pocos, está vinculada con el crimen organizado, y las principales víctimas son los niños y jóvenes drogodependientes. “Las cárceles se convierten en simples depósitos de seres humanos, sin ninguna posibilidad de recuperación y reinserción a la sociedad. Esta situación contradice la voluntad de Dios y reclama atención urgente de los órganos públicos responsables”, enfatizó el cardenal Adalberto Martínez.