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La declaración de las misiones jesuíticas como Patrimonio Universal de la Humanidad se cumplió en el marco de la XVI reunión del Comité de Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia, entre el 5 y el 11 de diciembre de 1993.
En Itapúa se encuentran los remanentes de la Misión Jesuítica Guaraní Jesús de Tavarangue, cuya iglesia que fue proyectada para ser una de las más grandes de la época quedó inconclusa por la expulsión de los jesuitas. También de la Misión Jesuítica Guaraní de la Santísima Trinidad del Paraná, la más grande y mejor conservada.
Asimismo, la Misión Jesuítica Guaraní de San Cosme y San Damián, que era el Centro Astronómico de las Misiones. Pese a su importancia y por razones desconocidas, esta última no está incluida en la declaración de la Unesco.
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¿Qué son las reducciones?
Las reducciones jesuíticas guaraníes fueron un conjunto de treinta pueblos fundados en América del Sur, desde el siglo XVII, por la Compañía de Jesús, entre los guaraníes y otros pueblos nativos. El objetivo era expandir la evangelización.
Cada reducción estaba a cargo de dos o tres misioneros jesuitas al frente de 3.000 a 4.000 originarios. Los pueblos se desarrollaban en torno a una gran plaza central alrededor de la cual se construían los principales edificios: templo, escuela, huerta, cementerio, talleres y las viviendas de los nativos.
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Aunque los jesuitas también dejaron huellas en otros países de la región, Paraguay atesora los restos de dos de las reducciones más emblemáticas: la de San Ignacio Guasu, la primera en ser fundada en el año 1609, y la de Santísima Trinidad del Paraná.