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El arzobispo metropolitano emérito de la Arquidiócesis de la Santísima Asunción, monseñor Eustaquio Pastor Cuquejo Verga, venía padeciendo un cuadro delicado de salud y falleció el martes de madrugada, a los 83 años. Con una importante presencia de feligreses, en la Catedral Metropolitana de Asunción, sus restos fueron velados con distintas misas exequiales. El sepelio, en la misma catedral, fue esta tarde, en la misma catedral.
En la última misa exequial, esta tarde, el primer cardenal paraguayo, Adalberto Martínez, remarcó: “Monseñor Cuquejo ha completado su peregrinar en la tierra habiendo dedicado su vida a la misión de anunciar al Santísimo Redentor, Nuestro Señor Jesucristo, tomado de la mano de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Fue una larga y fecunda vida gastada por la causa de Cristo, incluso desde su quebrantada salud”.
“Necesitamos personas como él, que nos animen a tener menos miedo al dolor, al sufrimiento, porque monseñor Pastor supo tomar la Cruz y seguir al Señor. Y necesitamos personas que, como él, nos hagan cercanas la paz y la alegría de la fe, de su creencia en el buen Dios que dio su vida por nosotros”, agregó el cardenal.
Cuquejo: “Celebramos la victoria definitiva del amor, de la vida y de la misericordia de Dios”, dice cardenal
“Él se ha preparado para este momento crucial, habiendo sido semilla que se abrió y le regaló al mundo lo mejor que llevaba dentro: las buenas iniciativas, el espíritu de bondad, el sentido de responsabilidad, la capacidad de comunicar, de perdonar y de servir a todos con disponibilidad”, resaltó el actual arzobispo metropolitano de Asunción.
“Celebramos la victoria definitiva del amor, de la vida y de la misericordia de Dios. Porque la santidad se construye casi siempre sobre muchas cicatrices que se han tenido que curar, sobre ruinas, pequeñas o grandes, que se han tenido que reparar”, añadió el religioso.
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“Monseñor Cuquejo vivió como el Señor quiere que vivamos. Dios ha concebido cuidadosamente un plan para cada uno de nosotros, y nuestra responsabilidad es descubrirlo y realizarlo. Ningún cristiano debería llegar al fin de su vida con remordimientos por las oportunidades desperdiciadas de vivir para Cristo”, aseguró Martínez.
Pastor Cuquejo: su vida dedicada a Dios
Pastor Cuquejo nació en San Estanislao, departamento de San Pedro (hoy Diócesis de San Pedro Apóstol), el 20 de setiembre de 1939. En marzo de 1957 ingresó al Seminario de los Misioneros Redentoristas en Bella Vista, Buenos Aires, Argentina, y en diciembre del mismo año comenzó el año del Noviciado, en Manuel Ocampo.
El 2 de febrero de 1959, emitió su Profesión Religiosa en la Congregación de los Misioneros Redentoristas. En marzo de ese mismo año viajó a los Estados Unidos de América para realizar estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor de los Misioneros Redentoristas, en el pueblo de Esopus, Nueva York.
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Cuquejo fue ordenado sacerdote por el cardenal Francis Spellman, Arzobispo de Nueva York, el día 21 de junio de 1964, en el marco de los festejos de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
En agosto de 1975, se trasladó a Roma, Italia, para realizar los estudios de postgrado en Teología Moral. Obtuvo la Licenciatura con el grado «Summa cum Laude», en la Academia Alfonsiana, adjunta a la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, en junio de 1977.
Devoto de San Roque González y la beata Chiquitunga
El Papa Juan Pablo II lo nombró el 26 de junio de 1982, Obispo Titular de Budua y Auxiliar de Asunción, siendo ordenado por el Arzobispo de Asunción, monseñor Ismael Rolón Silvero, el 15 de agosto del mismo año, fiesta de Nuestra Señora de la Asunción, en la Catedral Metropolitana.
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Cuquejo fue nombrado Arzobispo Metropolitano de la Arquidiócesis de Nuestra Señora de la Asunción, el 15 de junio del año 2002 por el Papa Juan Pablo II.
Monseñor Cuquejo fue fiel devoto de San Roque González de Santa Cruz y de la beata María Felicia de Jesús Sacramentado «Chiquitunga». En su cruz pectoral, con la que se lo vio en sus últimas apariciones públicas como Arzobispo emérito, portaba una reliquia de nuestro santo paraguayo y en su anillo llevaba una reliquia de la beata.