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Monseñor Ricardo Valenzuela inició su homilía resaltando que todas las personas “tenemos que volver a descubrir la oración, porque solo orando podremos alcanzar la paz y plenitud que tanto buscamos. Hay gente que se va lejos para aprender a rezar... Y pensar que la oración, si hay bautizados y creyentes en Cristo, todos la tienen debajo de su casa. Solo tienen que liberar su corazón”, expresó.
Agregó que todos debemos procurar que brote dentro de nosotros la capacidad de orar y que el espíritu es nuestro gran recurso.
“Sabemos que muchas veces los cristianos tienen la imposibilidad de ajustarse a las exigencias del evangelio y terminan diciendo que no se puede vivir íntegramente del evangelio. Pero no saben orar”, explicó.
“Dios, dándote la gracia, te manda a hacer lo que puedes hacer y pedir lo que no puedes. No olviden que la oración es como un respiro al alma”, dijo el religioso.
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La vida nos pone en aprietos
En otro momento de su alocución, monseñor Valenzuela señaló que la vida siempre nos pone en algún aprieto para recordarnos la existencia de nuestro Señor y darnos la seguridad de que solo a Dios podemos solicitarle ayuda.
Destacó que si no sabemos cómo pedir lo que necesitamos, el Espíritu Santo intercede por nosotros. “Él, que escudriña los corazones, sabe cuál es el deseo del espíritu y su intercesión por todos los santos”, expresó.
El prelado también dijo que todo lo que un cristiano debe hacer para aprender a rezar es ir a la escuela de oración de la Biblia. Mencionó que los obispos han recibido la fuente misma de oración, porque la fuente de oración es la del Espíritu Santo.
“Muchas personas pueden testificar que cambiaron sus vidas desde que pusieron un horario para la oración. El tiempo de orar es sagrado, es el combustible para moverse”, enfatizó monseñor Ricardo Valenzuela.
En la jornada dominical se pudo observar una importante concurrencia de visitantes en el santuario. Estuvieron presentes las peregrinaciones de la iglesia San Miguel, de Formosa, Yataity, Itapúa y Ciudad del Este. La animación de canciones religiosas estuvo a cargo del Coro San Lorenzo de Altos.
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