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La fiesta patronal se realiza dentro del marco del “Año del laicado” que celebra la iglesia, en que enfatiza el papel del laico comprometido con la tarea de la iglesia de ser un discípulo misionero, refirió el P. Daniel Ferreira, cura párroco de la iglesia Virgen del Carmen.
La celebración del día de “Nuestra Señora del Monte Carmelo” es una de las celebraciones marianas más populares en el pueblo de Dios. La tradición nació en España, en el Siglo XII, y fue traída a América por los colonizadores españoles.
La Virgen del Carmen es patrona de la ciudad de Carmen del Paraná desde su fundación, el 24 de abril de 1843, por decreto de los cónsules Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, con el objetivo de trasladar hasta ese sitio a los nativos guaraníes que vivían en la Villa Encarnación, actual capital del departamento de Itapúa.
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El lugar de instalación de los nativos guaraníes ya existía como un pequeño apostadero en el que existía un oratorio dedicado al “Tupä ra’y”. Fue una “estancia de la patria” durante la época del dictador, José Gaspar Rodríguez de Francia, y existía una reducida población de criollos.
Batalla de Tacuary
El sitio es famoso porque aquí se libró la batalla de Tacuary, el nueve de marzo de 1811, en que las tropas paraguayas, al mando del teniente coronel Manuel Cavañas, derrotó a las tropas del ejército argentino, al mando de brigadier general Manuel Belgrano. El 11 de marzo, dos días después, los beligerantes participaron de una procesión alrededor de la plaza del pueblo, con la imagen el Tupä Ra’y.
La imagen de la Virgen del Carmen, que ahora es venerada como patrona del pueblo, llegó a Paraguay traído por el ejército chileno, refiere el historiador local, Francisco Centurión. Es una imagen tallada en madera traída por colonizadores españoles. En 1973 la imagen se quemó casi por completo. El fuego de las velas dejadas por los fieles se extendió a la vestimenta y la quemó por completo. Quedó solamente el rostro de la imagen, que fue restaurada.
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Mitos y leyendas de Carmen del Paraná
Carmen encierra pasajes de la historia de nuestro país poco conocidos, que se confunden con el mito y la leyenda, refiere el historiador, como el caso de la mentada campana de oro enterrada en el patio de la iglesia.
Al inicio de la Guerra Contra la Triple Alianza (1864-1870) un anciano nativo guaraní, Juan José Ñari, quien había participado en la construcción de la iglesia, en 1857, recibió la orden de enterrar las tres campanas de la iglesia y las joyas de la Virgen del Carmen, para evitar que caigan en manos enemigas.
Se presume que las campanas eran de bronce, y no de oro, como dice la leyenda, afirma Centurión. Hasta hoy no se conoce qué pasó con esas reliquias, si continúan enterradas en algún sitio del patio o debajo de la iglesia o fueron rescatadas por alguien. Nunca se supo nada más de ese tesoro oculto, hace unos 20 años un argentino buscador profesional de tesoros llegó hasta aquí y ofreció buscar ese tesoro y compartir los beneficios, pero no le permitieron explorar, refiere Centurión.
La casi desaparición de la población de Carmén
Otro dato poco conocido de la ciudad es que tras la Guerra del 70 la población de Carmen prácticamente desapareció casi por completo. Todos los hombres del pueblo fueron a la guerra y no volvieron, quedaron algunos niños y mujeres. Los nativos guaraníes, por su parte, abandonaron su asentamiento y volvieron a los montes. Entre 1880 y 1890 se produjo una repoblación, con familias venidas de Argentina, Uruguay, Brasil, y algunos connacionales de Yuty y Caazapá.
A mediados de la década del 30 del siglo pasado comenzó la llegada masiva de inmigrantes europeos. Alemanes y eslavos (polacos, rusos, ucranianos) que le imprimieron una nueva fisonomía a la ciudad, lo cual se observa en la arquitectura predominante en el casco urbano.
La introducción del cultivo de arroz, por parte de un inmigrante alemán, Herman Wilke, dio un impulso económico formidable a la comunidad, que actualmente ostenta el título de “capital nacional del arroz”.
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Carmen del Paraná es también afamada por sus tres playas: Pirayu, Ybicu’i y Tacuary. Desde estas playas la vista que ofrece el río Paraná es tan amplia que parece un mar. Prácticamente, no se visualiza la otra orilla, que corresponde a la vecina Argentina. Es también conocida por ser un sitio agradable donde pasar tranquilos días de vacaciones en sus atractivas posadas turísticas.