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El Pilcomayo ingresó en su etapa de bajante de caudal. La temporada de grandes lluvias en las montañas de Bolivia, donde nace el río, terminó.
A partir de ahora, el caudal del Pilcomayo puede llegar a disminuir hasta el extremo de 3 o 5 metros cúbicos por segundo; con este caudal, la altura del río no llega a la rodilla.
Es el momento ideal para iniciar las tareas de limpieza y rehabilitación de canales, sobre todo de la embocadura del canal paraguayo.
Cada período de inundación deja un rastro de millones de toneladas de sedimentos. Al bajar el nivel del río es cuando se deben ejecutar un sinfín de trabajos para recuperar el río.
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Es la lógica que nos impone la naturaleza: recibimos la bonanza del agua, pero con ella vienen los sedimentos que terminan por colmatar cauces y campos de pastoreo.
No hay ni habrá forma de cambiar esta realidad.
En medio de las críticas que podemos hacer al gobierno de Mario Abdo Benítez, hay un logro innegable: se demostró que realizando los trabajos en tiempo y forma se puede tener al Pilcomayo todo el año.
El Chaco paraguayo lleva cinco años consecutivos recibiendo las aguas del río y esta lección debe ser recogida por el próximo gobierno para disminuir los tremendos daños ambientales y productivos generados por sequías que se originan por la incapacidad de prever períodos de trabajo en la zona del Pilcomayo.
Realización de trabajos y millonarias deudas
La Comisión Nacional del Pilcomayo está realizando una serie de tareas en el sector del fortín Gral. Díaz, en procura de facilitar el escurrimiento del río.
El grave problema es que el Ministerio de Hacienda tiene una deuda que gira en torno a los tres millones de dólares con las empresas responsables de ejecutar trabajos de limpieza en los canales que transportan al río.
Esta deuda millonaria se viene arrastrando hace meses y el serio inconveniente es el financiamiento para obras que deben empezar.
Si los pagos se dilatan, se corre el riesgo de que los trabajos no puedan comenzar en tiempo y forma, tal como sucedía en administraciones anteriores y el resultado es un alto costo para el medio ambiente y el sector productivo.
Lluvias oportunas
Luego de cuatro años de dura sequía, intensas lluvias pusieron fin a la carestía de agua.
El río junto con las lluvias permiten que hoy exista reserva suficiente de agua para soportar los meses de seca, que van hasta diciembre.
La tarea pendiente es definir qué hacer con las aguas del Pilcomayo, interrogante que el Ministerio del Ambiente nunca intentó responder.
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La colmatación de los campos es una realidad innegable, pero las aguas del Pilcomayo son vitales para el Chaco paraguayo. La biodiversidad es extraordinaria y única, pero sin agua no tiene futuro.
En cuanto a la producción ganadera, un millón de cabezas de ganado dependen del río. Y se suma un acelerado proceso de producción agrícola que también entra a competir por el uso del agua.
En este escenario, se requieren estudios técnicos que puedan delinear el uso racional del agua. Es cuestión de lograr que los especialistas del Ministerio del Ambiente comiencen a trabajar. Parece que es todo un desafío...