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Según la ACISSG, en medio de la crisis comercial que golpea a la capital de Canindeyú, crece diariamente la cantidad de niños y niñas vendedores de la calle, en un ambiente de total descontrol por parte de las instituciones responsables de la niñez y adolescencia.
En un documental fílmico divulgado recientemente, muestran cómo se desenvuelven los niños en la zona del microcentro (Av. Paraguay), poniendo en peligro sus vidas y molestando a los turistas brasileños.
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“Algunos ya son muy expertos y saben cómo hacer para sacar dinero a los turistas, pero muchas veces son maltratados especialmente por personas mayores que también trabajan en la calle”, comentó el presidente dicha nucleación, Víctor Silva.
Reveló que la última vez que hicieron un levantamiento encontraron 26 niños de entre 6 y 12 años en un reducido sector donde se concentra la actividad comercial de esta ciudad. A ello se suma la presencia de niños y niñas indígenas, que en algunos casos son vendedores, otros solo piden limosnas y se exponen a todo tipo de situaciones que vulnera la seguridad de estos menores, lamentó.
También significó que la Consejería Municipal por los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes (Codeni) no tiene condiciones de intervenir y buscar salida a la problemática, porque no cuenta con recursos ni infraestructura para encaminar a los niños. “Entonces debe entrar la fiscalía, trabajar e identificar a los padres y procesarles por falta del deber del cuidado. No puede esto continuar así, Salto va perdiendo su buena fama de ciudad segura y tranquila y los turistas ya no quieren venir como antes”, lamentó Silva.
Pirañitas
Otro mal que aqueja al comercio de Salto del Guairá son los denominados “pirañitas”, personas adultas contratadas por tiendas que estafan a las personas que caen en manos de estos hábiles embaucadores.
Según la asociación comercial, están actuando a pesar de la existencia de una ley municipal aprobada ya por la actual administración (2021–2026) que prohíbe y castiga a los comerciantes que emplean a estos pirañitas para captar clientes o víctimas, señalan.
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Tampoco están de acuerdo que siga el pago del estacionamiento impuesto por la municipalidad, consistente en 10 reales por vehículo, unos G. 14.000.
Señalan que no tiene sentido el pago si al menos no se les garantiza a los turistas una compra tranquila libre de niños de la calle, pirañitas y vendedores ambulantes que en algunos casos obligan a los brasileños a adquirirles sus mercancías.