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La influencia de las redes sociales ante la violencia que va en aumento en instituciones educativas y este martes se cobró la vida de una docente en manos de un estudiante, puede ser detectada ante sus primeros indicios en el comportamiento y así tomar el control de la situación, por parte de los padres y docentes.
El sicólogo y docente Richard Salerno explica que para los adolescente son muy importante los referentes, que se inician en la primera infancia en la familia y se trasladaba a la escuela, donde los roles anteriormente eran bien diferenciados, pero luego se van desdibujando.
“Hoy los referentes de un adolescente son el tiktoker, el youtuber o el influencer, muchos de ellos sin ninguna base lógica o racional. Esto, acompañado de una intolerancia a experimentar una experiencia emocional que no sea la gratificación”, ejemplifica.
Teniendo en cuenta este aspecto, se puede ver que un gran porcentaje de la población, en especial los adolescentes y jóvenes, se muestran incapaces de afrontar dificultades; incapaces de sostener una actividad que no sea eminentemente placentera. “El mundo se divide entre lo que me gusta y no me gusta, sin razón alguna”, indica el profesional.
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Se reacciona desde la violencia
Al no contar con recursos sicológicos para afrontar la dificultad o frustración, se reacciona desde la violencia.
El modelo social en el que se está formando el niño o adolescente tampoco es un modelo de afrontamiento del estrés y de las dificultades de manera afectiva, amorosa, empática, respetuosa e inclusiva.
“Es un entorno social intolerante, apático, donde en muchos casos se le enseña al niño que es el más fuerte el que tiene la razón”, manifiesta Salerno.
Agrega que, incluso, muchos, cuando son consultados sobre qué quieren ser o estudiar, manifiestan que quieren ser narcos y esto se da por la pérdida total de referencia moral a nivel social que marca un indicador de fuerte decadencia en la sociedad.
Indicadores de un adolescente que pasa por un proceso de afectación
- Rechaza actividades que antes le generaban diversión o alegría.
- Tiende al aislamiento.
- Tiende a la tristeza.
- Irritabilidad que antes no se observaba.
- Cambios bruscos y frecuentes del estado de ánimo.
- Se vuelve agresivo, impaciente e impulsivo.
- No tiene energía.
- Duerme excesivamente.
- Carece de motivación.
- Trastornos en la alimentación.
Richard Salerno agrega que cuando un niño o adolescente ya no quiere asistir a la escuela es necesario prestar atención y ocuparse del asunto, no tratarle como “un berrinche” de la edad o estado de ánimo.
“Tiene que llamarnos la atención y no minimizar diciendo que es un vago o un flojo, o que no le gusta la profesora o la materia. Tenemos que ver por qué tiene ese rechazo y no quiere ir a la escuela, le duele el estómago o la cabeza cada vez que tiene que ir”, recomienda.
Esto ocurre cuando la persona no puede lidiar con ciertos activadores que suceden a su alrededor, que para él o ella son importantes, sea por la estructura de su personalidad, su historia de vida o por sus recursos.
El profesional insiste en la búsqueda de ayuda para el niño o adolescente, así como el trabajo en conjunto entre padres y docentes.