Encomendemos a Dios la paz en nuestro país y en el mundo, dijo Mons. Valenzuela

Monseñor Ricardo Valenzuela presidió la santa misa en el Santuario Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé. Durante su homilía, reflexionó sobre la paz del Paraguay y el mundo. Pidió a los feligreses encomendarse a Dios para un futuro mejor.

Encomendemos a Dios, la paz en nuestro país y en el mundo dijo Mons. Valenzuela
Monseñor Ricardo Valenzuela pidió a los feligreses encomendarse a Dios por la paz.

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Monseñor Valenzuela ofició la santa misa en el santuario de Caacupé y encomendó a Dios la gran causa de la paz en nuestro país y en el mundo, para que la misericordia de nuestro Señor realice lo que resulta imposible a las solas fuerzas humanas. Pidió que en los corazones renazca la valentía, que haya más diálogo y reconciliación.

Asimismo, señaló que hoy en día muchas autoridades y hombres de cultura hablan, estudian, escriben muchas cosas y se afanan buscando la paz, pero lamentablemente no la encuentran.

El obispo dijo que en este tiempo, mientras los vientos fríos de la guerra y de la opresión todavía siguen soplando, presenciaremos a menudo fenómenos de polarización. “Como Iglesia estamos viviendo un proceso sinodal”, expresó.

“Sentimos la urgencia de caminar juntos cultivando las dimensiones de la escucha, de la participación y del compartir. Juntos con todos los hombres y mujeres de buena voluntad queremos contribuir, sobre todo, en este momento. Edifiquemos la familia paraguaya, curemos sus heridas y proyectémonos hacia un futuro mejor”, resaltó Valenzuela.

La paz y la misericordia

Monseñor Valenzuela también habló sobre la misericordia y dijo que es el eje central del mensaje evangélico. “La misericordia es el nombre mismo de Dios, el rostro con el que se reveló en la Antigua Alianza y plenamente en Jesucristo, encarnación del amor creador y redentor”, explicó.

“Este amor de misericordia ilumina también el rostro de la Iglesia y se manifiesta mediante los sacramentos, especialmente el de la Reconciliación. Todo lo que la Iglesia dice y realiza expresa la misericordia que Dios tiene para con el hombre. Cuando la Iglesia debe recordar una verdad olvidada, o un bien traicionado, lo hace siempre impulsada por el amor misericordioso y divino”, expresó el religioso.

La paz de un buen cura

El obispo mencionó que en este momento de oración por las vocaciones hay que reflexionar profundamente sobre la “vocación sacerdotal y religiosa”, en el contexto de una Iglesia sinodal que se pone a la escucha de Dios y del mundo. Destacó que un buen sacerdote es muy importante en donde hay explotación a los pobres, ignorancia o cualquiera de esas lepras sociales o morales, porque los sacerdotes son formadores, capaces de transformar para bien a las juventudes, catequesis y otras asociaciones.

“¿Podremos esperar que se recristianice nuestro pueblo?”, se preguntó el obispo y dijo luego: “Sinceramente, les confieso que mientras más me adentro en la vida de la Iglesia y en el ministerio de las almas, mayor arraigo y crecimiento tienen en mi fe. Esta afirmación que guardo y pronuncio como síntesis de mi credo: creo en el cura”, refirió.

“Sí, creo con alegría y esperanza en el poder misterioso del cura bueno, porque de él, directa o indirectamente, vendrán todos los bienes, y creo con miedo en el poder del cura malo, porque de él, por comisión, omisión, complicidad, castigo, vendrán todos los males sobre su pueblo.

¡El cura es bueno! ¡Todo lo que la Iglesia puede hacer y recoger por medio de él!”, exclamó.

“Aquí estoy”

“En dondequiera que se encuentre un cura bueno, la paz y la abundancia, tarde o temprano, vienen a habitar bajo los techos de sus feligreses. María Santísima, Madre de nuestro Salvador, tuvo la audacia de abrazar el sueño de Dios, poniendo su juventud y su entusiasmo en sus manos. Que su intercesión nos obtenga su misma apertura de corazón para decir ‘aquí estoy’”, puntualizó monseñor Ricardo Valenzuela.

Al término de la jornada dominical se pudo observar la gran participación de visitantes que fueron acompañados de sus familias de diferentes localidades como Lambaré, Misiones, Limpio y Capiatá.

Las canciones religiosas estuvieron a cargo del Coro Redes de la ciudad de San Lorenzo.

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