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La capital itapuense se destaca como una de las ciudades más atractivas, ordenadas y limpias del país y uno de los principales destinos turísticos para visitantes propios y allende las fronteras.
Su ubicación geográfica, como puerta de entrada y salida hacia el sur del país, mediante el puente internacional “San Roque González de Santa Cruz” que la une físicamente con la ciudad de Posadas (Argentina), le confiere una movilidad propia, caracterizada y en cierta medida “moldeada” por el comercio de frontera, un renglón de su economía que todavía no se recupera plenamente del bloqueo provocado durante la pandemia del covid-10, a lo largo de casi dos años (2020-2021).
Es una ciudad cosmopolita, a la que convergen inmigrantes de diversas latitudes: Europa occidental, Europa del Este, Asia Occidental y Oriental, y países de América Latina, y últimamente del Caribe, con la llegada de familias provenientes de Venezuela principalmente.
La economía básica es el comercio y los servicios. En este primer punto, todavía se resienten del golpe provocado por la pandemia que llevó a la quiebra a muchos comerciantes, y del que todavía no se puede recuperar.
Un amplio sector del comercio depende en gran medida de la frontera, esa es una realidad incuestionable, y la recuperación económica postpandemia todavía no se produjo, afirma Valentín Fernández, presidente de la Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Encarnación.
Pese a la reapertura de la frontera, en octubre de 2021, la llegada de turistas no se produjo tal como se esperaba. Dos factores son claves en este aspecto: la baja cotización de la moneda argentina, que limita las comprar a muy específicos y determinados productos, y el sobre cargado flujo de automóviles a través del viaducto internacional provocado por el “boom” económico de traer combustibles para vehículos y venderlo en el mercado informal local.
En materia de servicios, la capital itapuense se destaca por la buena calidad y variedad de ofertas en materia de hotelería, gastronomía. En la última década se convirtió en una ciudad universitaria que atrae a jóvenes de casi todo el departamento con universidades con amplia variedad de ofertas educativas y una universidad pública, la Universidad Nacional de Itapúa, con 27 años de antigüedad.
En los últimos cinco años la ciudad experimentó una importante mejora en su red de caminos vecinales que logró interconectar a varias localidades del distrito históricamente marginadas por falta de caminos de todo tiempo con el centro de la ciudad. Esta mejoría en la comunicación vial, sin embargo, requiere mejorar sustancialmente el sistema de transporte público urbano, para permitir una mayor y más fácil movilidad de los vecinos que no disponen de medios propios. Todavía sigue siendo un problema para muchos estudiantes universitarios regresar a sus casas al término de clases, por la noche.
En materia de salud pública es innegable el aporte que el Hospital Pediátrico Municipal, una de las mejores instituciones sanitarias del país y nave insignia de la ciudad.
Turismo, dinamizador de la economía
El turismo es otro de los fuertes de la ciudad. Sus tres playas ubicadas a orillas del río Paraná: Pacucuá, Mboikaé y San José, principalmente esta última, son un polo de atracción para miles de turistas de todo el país y de países vecinos.
Cuenta con varios museos, iglesias de distintas denominaciones, y el santuario de Itacuá, de peregrinación católica cada 8 de diciembre. El gran lago formado por el río Paraná y sus principales afluentes, los arroyos Mboikaé y Quiteria, es un escenario ideal para los deportes acuáticos. Esto quedó plenamente demostrado durante los Juegos Odesur que se disputaron aquí en las modalidades de natación en aguar abiertas, velerismo y skate acuático.
Como atractivo y ornamento de la ciudad se incoporó recientemente una estatua del misionero jesuita Roque González de Santa Cruz, fundador de la ciudad, y está en ejecución otro monumento de similares características en homenaje al cacique Ytapúa. Ambas obras fueron donadas a la ciudad por la familia del empresario financiero, Carlos Espínola.
Otro bien de carácter histórico y turístico que se incorporará a la ciudad es el llamado “Camino Real” durante la época de la Colonia, y “Tape Aviru” por los guaraníes desde antes de la llegada de invasión española, del cual quedan vestigios identificados.