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“La pista está, opera, bajan aviones ahí cada tanto y nadie puede acercarse a esa pista porque están los indígenas formando un retén, una barrera humana. Cuando van los policías, se ponen agresivos y para no desencadenar una tragedia los investigadores se entregan, entregan sus armas y todo continua igual”, afirmó Diego Troche.
Según el profesional del derecho, un grupo de narcotraficantes construyó dicha pista clandestina en una de las propiedades invadidas por indígenas en la extensa zona conocida como “colonia americana”. Explicó que previamente los nativos se encargaron de vender la madera que existía en el lugar y luego con maquinarias pesadas abrieron la pista que tendría unos mil metros. “A ellos no le atajaron ni sus maquinarias, por obvias razones”, agregó.
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Señaló cada vez que los uniformados que no son de la zona se acercan demasiado al lugar intervienen los nativos y con la versión de que serían “matones que vienen a liquidarlos” los detienen y luego los expulsan del lugar, abortando la intervención policial.
Además, hacen alarde de sus actuaciones para impresionar a las instituciones proindígenas y sobre todo para enviar el mensaje al resto de las instituciones del Estado y cualquiera que piense andar por ahí de lo que les va a pasar si se acercan, según agregó.
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Dijo también que resulta muy raro que los policías de la zona que vienen a rescatar a sus camaradas en manos de ellos, no los detienen (a los captores) y se quedan libres para repetir siempre la misma historia.
De acuerdo a su referencia, el Ministerio del Ambiente y de Desarrollo Sostenible (MADES) hace tiempo detectó el desmonte que se realizó para habilitar la pista, e incluso abrió un sumario a los propietarios de las tierras pensando que se trataba de una deforestación irregular hecha por los mismos.
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El último suceso de detención de policías por parte de los indígenas en la zona, bautizado por nativos como colonia Yapo 4, ocurrió el pasado martes 7.
Los oficiales fueron rendidos por una turba que los rodeó con palos y otros elementos contundentes y para evitar un posible desenlace sangriento.
Los policías, a pesar de contar con armas largas y cortas de alto poder de fuego, optaron por rendirse.
Los indígenas, liderado por Emigdio López, exigieron la presencia de un alto mando policial para liberar a los rehenes, con la contundente advertencia de que no deben regresar al lugar.