Miryam Adela: A 45 años de la tragedia que enlutó a 113 familias paraguayas

El 9 de febrero de 1978 zarpaba del puerto de Asunción el barco Miryam Adela con destino a Concepción, hasta donde llegaría al día siguiente. Pero poco antes de llegar a destino, una fuerte tormenta llegó hasta ellos y con una “vuelta de campana” el transporte fluvial dejó a los pasajeros en el agua, a la deriva, convirtiéndose en la peor tragedia naval de la historia del Paraguay.

Miryam Adela: A 45 años de la peor tragedia naval del Paraguay.
Miryam Adela: A 45 años de la peor tragedia naval del Paraguay.

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Aquel 10 de febrero de 1978 el país vivía momentos de mucha incertidumbre, las familias no tenían noticias de sus seres queridos, tan sólo que el barco Miryam Adela que zarpó de Asunción no había llegado a destino y se temía lo peor. Finalmente la trágica noticia se confirmó con la muerte de 113 paraguayos.

El transporte fluvial realizaba varias paradas en su trayecto, desde la capital del país hasta el departamento de Concepción, para alzar a sus pasajeros que esperaban en los diferentes puertos con grandes cargas, ya que el viaje no se podía realizar a menudo, por lo que debían aprovechar y llevar las provisiones para una temporada larga.

Tapa de ABC Color del 12 de febrero de 1978, con información sobre la tragedia del Myriam Adela.
Tapa de ABC Color del 12 de febrero de 1978, con información sobre la tragedia del Miryam Adela.

Los cuerpos fueron recuperados en varios días

Los 113 cuerpos fueron recuperados en los días posteriores y llevados en deslizadoras hasta el puerto de Concepción, donde los familiares se encontraban en vigilia para reconocer los restos de sus seres queridos.

Muchos debieron esperar varios días para recuperar los restos de sus familiares que llegaban cubiertos con cal para enlentecer el proceso de descomposición.

Pero no sólo las familias se agolparon en la zona del puerto, si no también, gran parte de la ciudadanía salió para acompañar a los deudos y brindar el apoyo necesario.

Sobrevivieron 56 personas, algunas de ellas rescatadas por un poblador que en su canoa fue llevando hasta la orilla a los sobrevivientes, convirtiéndose en un héroe.

La fe cumplió un papel fundamental

La Catedral de Concepción ofrecía misas para los fallecidos, a cargo de monseñor Alejo Ovelar.

Por su parte, los miembros de la iglesia evangélica se organizaban en grupos de oraciones por los familiares de las víctimas. Las fiestas post votación se habían suspendido en Concepción, sin embargo el club San Antonio realizó de igual manera, una fiesta de carnaval que indignó a gran parte de la ciudadanía.

La comisión de emergencia de la Catedral se encargó de proveer ataúdes para los fallecidos y pasajes vía terrestre y aérea para las personas que debían volver a Asunción, Pedro Juan y Puerto Casado, incluso llevando los cuerpos de los fallecidos.

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