Cardenal pide “expulsar demonios” durante fiesta patronal de Caazapá

CAAZAPÁ. El cardenal Adalberto Martínez Flores pidió en su homilía durante la misa central en honor a San Pablo, patrono de esta localidad, capital departamental, que necesitamos seguir “arrojando a los demonios”, pero con la fuerza de Jesús. Antes de la celebración religiosa el cardenal paraguayo fue declarado visitante ilustre por el Gobierno Municipal y la Gobernación de Caazapá.

Procesión del Santo Patrono de Caazapá encabezado por el Cardenal Adalberto Martinez.
Procesión del Santo Patrono de Caazapá encabezado por el Cardenal Adalberto Martinez.

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El religioso dijo que la primera señal es “arrojar demonios”. “Hoy necesitamos seguir arrojando demonios, pero con la fuerza de Jesús: arrojar el demonio de la división, quitar el demonio de la soberbia, de la mentira y la mezquindad, de la codicia, del egoísmo, de la corrupción, de la impunidad”, mencionó.

Recordó además a los jóvenes poseídos por el demonio de las drogas. “Cuánto necesitan de ayuda para rehabilitarse de las adicciones y dependencias. Arrojar, expulsar con la justicia a los demonios que trafican con dineros manchados de sangre”, dijo el religioso.

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Martínez siguió diciendo que la segunda señal es “hablar lenguas nuevas”. De lenguas o lenguajes que lleguen realmente al corazón de las personas. “Lenguas que comprendan, acepten e incluyan a los otros. Lenguas que convoquen, que muestren caminos nuevos, que abran puertas, que construyan puentes de diálogo, de concordia, de comunión, de paz. Lenguas de difamaciones y calumnias, lenguas mordaces y venenosas, lenguas de odios y descalificaciones no son del lenguaje de Dios. Dios nos habla el lenguaje del amor, la concordia”, aseveró.

La tercera señal es “agarrarán serpientes en sus manos”. Y es que necesitamos deshacer nudos, desenredar conflictos, tener el coraje y la valentía como los apóstoles misioneros de enfrentar serpientes que amenazan el rebaño de la Iglesia, según dijo. “Hay serpientes disfrazadas de ovejas, personas bajo fachadas de rabias, caprichos o temores y no alcanzan a ver la luz”, relató el primer cardenal paraguayo.

El anuncio del Evangelio debe transformar también la vida social, familiar y política de la Nación. Estamos en el año del laicado y en un contexto de elecciones generales para conformar el poder político que gobernará nuestro país los próximos años.

Proclamar la buena nueva a los pobres y la liberación de los cautivos implica una profunda conversión a Cristo y a los valores del Reino de Dios, que es verdad, libertad, paz, justicia, solidaridad, equidad, bien común.

Nuestro país es inmensamente rico y tiene el potencial para que todos sus habitantes obtengan lo necesario para una vida digna y plena. Sin embargo, la corrupción, la impunidad y la falta de sentido del bien común de muchos dirigentes políticos y económicos mantienen en la pobreza y extrema pobreza a cientos de miles de familias que carecen de los bienes esenciales. Muchos descartados sociales, en los pueblos campesinos e indígenas.

Una vez terminada la ceremonia religiosa se realizó la tradicional procesión de la imagen del Santo Patrono por las calles adyacentes a la iglesia.

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