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Desde la Catedral Metropolitana de Asunción, el arzobispo Adalberto Martínez brindó esta Nochebuena una homilía cargada con un mensaje de paz, justicia y diálogo. Primeramente, indicó que la palabra de Dios enseña importantes reflexiones para la vida personal.
“Que no tengamos miedo, que nuestra oscuridad, nuestra soledad, nuestro dolor, recibirán la luz que viene de lo alto e iluminará y guiará nuestra vida si abrazamos a este Niño Jesús y lo acogemos, junto con María y José, en el albergue de nuestros corazones”, declaró.
Además, destacó que la Navidad nos llama a reconocer la necesidad de dar importancia a los pobres y marginados de la sociedad, que son los “destinatarios privilegiados de la alegría del Evangelio”.
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Inequidad e injusticia
“La inequidad social estructural del Paraguay amenaza la paz social. La justicia y el derecho son el camino de la paz, nos dice el profeta Isaías. Muchos hijos e hijas de este tierra, familias enteras, no encuentran el propio albergue, o posada en la patria. Viven desplazados. No tienen lugar ni pueden cantar ‘es linda nuestra tierra cuando el sol surgiendo va’”, expresó.
Aseguró que hoy el sol no brilla, sino que se nubla y oculta para muchos. “El brillo del sol de justicia se apaga por la inequidad en el rancho campesino, indígena… Porque la tierra, el techo, el trabajo, la salud y educación les han sido negados y/o despojados”, cuestionó.
En ese sentido, destacó que hoy muchos brindarán debajo de la mesa, “para recoger migajas, si sobran migajas, que caen de algunos opulentos y excesivos abundantes banquetes”.
“Tenemos hoy todavía familias en refugios de carencias y hambre y niños que son los luceros de la patria, opacados, damnificados por la desnutrición”, lamentó Martínez.
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Importancia del diálogo
El cardenal recordó que durante su visita al Paraguay, el Papa Francisco había resaltado que la forma de Gobierno en Paraguay está basada en la promoción y respeto de los derechos humanos.
“Mientras subsista la inequidad, que excluye de una vida digna a una parte de la población, la paz social estará amenazada. En la voluntad de servicio y de trabajo por el bien común, los pobres y necesitados han de ocupar un lugar prioritario”, destacó.
Por ello, alentó a los líderes a seguir trabajando para consolidar las estructuras e instituciones democráticas para que den respuesta a las justas aspiraciones de los ciudadanos.
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“Que no cese ese esfuerzo de todos los actores sociales hasta que no haya más niños sin acceso a la educación, familias sin hogar, obreros sin trabajo digno, campesinos sin tierras que cultivar y tantas personas obligadas a emigrar hacia un futuro incierto; que no haya más víctimas de la violencia, la corrupción o el narcotráfico”, exclamó.
Destacó que un desarrollo económico que no tiene en cuenta a los más débiles y desafortunados no es verdadero desarrollo. “Desarrollo económico de fachada diríamos nosotros. Cuando la macroeconomía sin políticas sólidas de desarrollo integral es solamente fachada de crecimiento financiero y seguirá ninguneando a los refugiados económicos, invisibles en las estadísticas. La medida del modelo económico ha de ser la dignidad integral de la persona, especialmente la persona más vulnerable e indefensa”, expresó.
Finalmente, invitó a promover un verdadero diálogo social que busque “un punto de encuentro” entre todos los sectores, para “construir un Paraguay mejor, contrarrestando así cualquier forma de división y conflicto”.