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El monumento está construido sobre una estructura única de hormigón armado de siete metros de alto, que corresponde a la estatua propiamente dicha, y a la base, de cuatro metros, con el que totaliza 11 metros de altura y ocho toneladas de peso.
La estatua representa al San Roque vestido con la túnica característica de los misioneros jesuitas y lleva una pintura especial color arena, para soportar el efecto de las inclemencias climáticas y el sol.
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En el centro del pecho sobresale un corazón atravesado por una flecha. La leyenda sobre el martirio del misionero San Roque González de Santa Cruz dice que luego de haber sido asesinado, su cuerpo fue quemado en una hoguera, pero el corazón de Roque no fue consumido por las llamas, seguía latiendo y habló a los nativos de lo mal que actuaron, por lo que fue atravesado con una flecha.
A los pies de la estatua se aprecia una campana. El significado de esta figura es que Roque González fue atacado en el momento en que se disponía a colgar de un árbol la campana.
En la parte que corresponde a la plataforma sobre la que se encuentra la estatua, lleva la inscripción “Encarnación”, que cubre de lado a lado en la parte superior. Abajo, un mapa de la República del Paraguay, y una placa recordatoria.
Inicialmente, estaba previsto que la base tenga 10 metros de ancho, pero por exigencias del Ministerio de Obras Públicas, por una cuestión de visibilidad de la vía de circulación, se redujo a siete metros. Toda la obra pesa unas ocho toneladas, precisó el artista. Un juego de luces de colores alternos mediante un reflector, complementa el monumento.
Un poco de la historia de San Roque Gonzáñez de Santa Cruz
Roque González de Santa Cruz fue un misionero jesuita nacido en Asunción, el 17 de noviembre de 1576, que dedicó su vida a la misión evangelizadora de los nativos guaraníes.
Tenía 52 años cuando murió martirizado, momento en que trabajaba en la misión de Ka’aro (actual Brasil). Hablaba el guaraní a la perfección, lo que le facilitaba el contacto con los nativos entre quienes desarrolló su misión pastoral.
Durante uno de sus viajes misionales, en 1615, navegando por aguas del río Paraná, fundó una pequeña misión sobre el margen izquierdo del río. La fecha, 25 de marzo, coincidía con la festividad religiosa del Día de la Anunciación del Señor, también considerada como día de la Encarnación del Señor, por lo que denominó al pequeño emplazamiento como “Nuestra señora de la Encarnación de Ytapúa”.
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Existen discrepancias sobre el origen del nombre. Algunas versiones sostienen que el nombre Ytapúa (originalmente se escribía con Y en los registros de los religiosos) obedece a que en el río, cerca del sitio de emplazamiento de la Misión, existía una gran roca que tenía una punta sobresaliente del agua y era un punto de referencia para los viajeros.
Esa roca fue rescatada del agua y está colocada actualmente en la avenida costanera de la ciudad de Posadas, no muy lejos del lugar en que se encontraba originalmente.
Otra da cuenta de que en la margen derecha del río, donde se encuentra actualmente la capital del departamento de Itapúa, ya existía una comunidad guaraní, cuyo cacique era un nativo de nombre Ytapúa.
Esta comunidad estaba emplazada en la zona donde actualmente se encuentra la Plaza de Armas de Encarnación, y a este lugar se habría trasladado la misión, debido a que pudo superar algunas condiciones desfavorables en su ubicación inicial. Una de ellas era el constante asedio de tribus hostiles y las incursiones de los esclavistas bandeirantes que venían desde Brasil.
San Roque es considerado el padre fundador de Encarnación y la ciudad de Posadas, capital de la provincia de Misiones (Argentina). De hecho, toda esta zona perteneció al Paraguay hasta antes de la guerra contra la Triple Alianza.
Martirio y canonización de San Roque González de Santacruz
Los misioneros jesuitas Roque González de Santa Cruz, Alfonso Rodríguez y Juan del Castillo (españoles estos dos últimos) fueron asesinados el 15 de noviembre de 1628 por nativos guaraníes en la Misión de Ka’aro, donde desarrollaban su labor evangelizadora con nativos guaraníes del lugar (actual Brasil).
Un líder religioso, de nombre Ñezú, quien veía en los jesuitas una amenaza a las creencias religiosas y costumbres de vida de su comunidad, organizó una rebelión que terminó con el ataque a la misión y la muerte de los jesuitas, cuyos cuerpos fueron quemados en una hoguera.
La tradición oral recogida de entre los nativos da cuenta de que el corazón del misionero Roque González seguía latiendo, por lo que fue atravesado con una flecha. Esta es la razón por la que el corazón aparece con una flecha que lo cruza de lado a lado en las imágenes religiosas.
El corazón de San Roque fue rescatado y es actualmente una reliquia que se guarda en la Capilla de los Santos Mártires, en el colegio Cristo Rey, de Asunción.
En el año 1934, el papa Pío XI beatificó a los misioneros Roque González de Santa Cruz, Alonso Rodríguez y Juan del Castillo. Luego, en mayo de 1988, durante una visita del papa Juan Pablo II a Paraguay, los tres mártires fueron elevados a la categoría de santos.
Cacique Ytapúa
El monumento a San Roque estará acompañado de otra estatua de similares características, que representará al cacique guaraní Ytapúa. Esta escultura estará emplazada en el acceso a la ciudad a través de la Ruta PY06. Las tareas de construcción de la estructura están en ejecución.
La estatua del cacique Ytapúa llevará el rostro de un bogadense, jugador de fútbol que trascendió en el fútbol nacional y europeo, Florencio Amarilla (+). Amarilla trabajó en varias películas de Hollywood, en las que hizo el papel de “indio americano”, figura que representaba mediante sus rasgos indígenas.
De acuerdo a lo señalado por el escultor, estuvo estudiando la fisonomía de la figura propuesta y dijo que es la ideal para dar un rostro a la obra.
Las estatuas de San Roque, fundador de Encarnación, y del Cacique Ytapúa, quien habría dominado esta región en aquella época, estarán dando la bienvenida a la ciudad a través de las dos rutas principales que la conectan con el resto del país, por el norte y el noreste.
Ambas esculturas son una donación a la ciudad por parte de una familia de empresarios financieros encarnacenos, Carlos Espínola y Miriam Harms. La donación tiene una contrapartida municipal y de la comisión de rescate histórico de la ciudad, “Memoria Viva”.