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En el camarín izquierdo de la capilla principal de la Basílica de la Virgen de los Milagros de Caacupé, un grupo de gente va y viene tras un improvisado biombo de madera terciada dando los últimos retoques a la ornamentación del pedestal y el anda de la patrona del Paraguay.
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Se trata, más que un trabajo, de una promesa que lleva casi cuatro décadas de homenajear a una de las figuras de referencia del catolicismo paraguayo. De acuerdo a Tetí de Llano este año se utilizaron flores de orquídeas amarillas, crisantemos al tono, follaje de clavito y hojas perennes para dar el marco decorativo de lo que circunda a la imagen de la Virgencita, que por cierto, a estas horas ya está toda producida por las hermanas del Cristo Rey lideradas por Sor Anacleta, comentó el padre José Benítez.
Este año se eligieron las flores amarillas porque es un color que proyecta alegría, explica Llano, fue elegido porque este tono proyecta alegría y un sentimiento agradable, ese que necesitamos luego de dos años duros de la pandemia por covid-19.
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El anda de metal de la Virgencita ha sido primorosamente pulido por Idalina Hermosilla, de la ciudad de Areguá, una misionera que lleva un cuarto de siglo realizando este trabajo como ofrenda a la Virgen. Con lágrimas de emoción explicó que lo hace esencialmente por los jóvenes para que puedan sentirse seguros, con salud y que tengan trabajo.
Mientras se secaba las lágrimas recordó a su único hijo quien ya le dio dos nietas. “Ahora lo que pedimos es más por la seguridad”, enfatizó.
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En cuanto a la decoración del altar, estos destacarán follaje, crisantemos, clavitos, cipreses, eucaliptos mentolados y flores amarillas de nombre tango. En la explanada se preparan también otros arreglos que simulan cascadas de flores y follaje que can de cestos de karanda’y, primorosamente dispuestos como un techo natural.