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Dionisia Ayala, muy emocionada, comentó que llegó hasta la basílica a agradecer su cumpleaños número 77. Con ayuda de unos bastones, ella misma subió las escaleras hasta entrar a la misa de la mañana en Caacupé.
Brígida Mareco junto a su familia peregrinó desde el kilómetro 20 de Minga Guazú. El grupo llamaba la atención hoy porque todos llegaron con sus remeras azules que se diseñaron especialmente para la fecha.
María Luján, de 7 años, fue cuidada toda su vida por la virgencita, según sus padres. La misma nació un 8 de diciembre y este año cumple 8 añitos. Por ello, asistió a Caacupé vestida primorosamente con vestido blanco y capa azul en alusión a la Virgen de Caacupé.
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Edgar Pinto llegó desde Salto del Guairá con un grupo de ciclistas, en total hicieron 400 kilómetros de recorrido en dos días y medio. Comentó que llegaron para agradecer a la madre y que es el octavo año que están realizando el recorrido.
Ciclista viaja desde hace 66 días y pasó por Caacupé
Cesar es un argentino que está viajando hace 66 días en bicicleta. Visitó primeramente Brasil y luego entró a Paraguay. “Me gusta viajar y así voy conociendo lugares. Los paraguayos me tratan muy bien”, manifestó.
Los voluntarios del “Comedor de niños comunitario Coronel Oviedo” realizaron este año su cuarta peregrinación. Llegaron con uniformes y la imagen de la virgencita de los milagros a agradecer que ella no los dejó solos en la pandemia, relataron.
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El doctor Simón Moreno del puesto de salud de la explanada comentó que la mayoría de las personas que se acercan es por dolor de cabeza, presión baja o paspaduras de los pies. Insistió en que no se debe llevar a los recién nacidos a Caacupé, teniendo en cuenta el exceso de calor.
Vendedores felices este año
“Espectacular está la venta. Súper, súper bien”, dijo Alberto Adorno, quien vende anteojos a G. 10.000. También ofrece santos, pero aseguró que sus anteojos son los que más se llevan.
Fidelina Duarte de Leguizamón, vende bidones y velas a partir de G. 5.000 para que la gente pueda llevar el agua bendita del Ykuá de Caacupé. Afirmó que este año la venta ha mejorado con relación a la pandemia. Se vio a muchos vendedores, artesanos y artistas en la zona y a mucha gente comprando.
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Jorge Luis Urbiñez, colombiano, ofrece un “raspado de sabores”, un refresco colombiano natural que llamó la atención entre los peregrinos. “Es algo típico de las zonas costeras de Colombia, como Barranquilla”. “Se raspa el hielo en la máquina y luego le agregamos los sabores que quiere el cliente, es como el helado, pero más refrescante”, afirmó. Los precios son de G. 5.000 y G. 10.000.