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El arzobispo emérito Edmundo Valenzuela inició su homilía hablando de los educadores y las familias cristianas, afirmando que los laicos educan en “la esperanza para una sociedad más humana”.
“Los educadores deben tener la esperanza para afrontar los desafíos de una sociedad convulsionada por la pobreza, la violencia, ideologías, vacío existencial y la soledad”, expresó.
Felicitó a las personas que se dedican a acompañar a sus hijos en su proceso de maduración personal y social, en su crecimiento espiritual y cristiano.
“Eso es muy bueno, que los ayuden a discernir y no dejen su tarea formativa a otras instancias educativas”, dijo.
Opinó que una tarea educativa debe estar bajo la iluminación de la palabra de Dios, lo que “significa abrirse a la gracia de Dios y dejarse guiar para ser capaces de nadar contracorriente y ser capaces de mirar a la persona en su totalidad, en todas sus dimensiones”.
Durante su homilía, dijo que los cristianos laicos participan de la evangelización desde su bautismo y están llamados a anunciar su fe, movidos por la esperanza de un mundo nuevo donde los políticos, empresarios, artistas y deportistas puedan renunciar a la injusticia, a la corrupción y al pecado.
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La educación
Valenzuela también se refirió a la educación y se preguntó: “¿Pero qué es educar? Es abrirse a la realidad en un proceso de mejora personal, donde se relucen los talentos en servicio a los demás”.
Dijo que la educación trae consigo una serie de implicancias en el contexto de la globalización actual, pues en todos los países hay una urgencia educativa.
Resaltó que la emergencia educativa ha sido motivo para que el papa Francisco lanzara el llamado “Pacto educativo global” con identidad, una aplicación a su encíclica “Fratelli Tutti”.
Transformación educativa
Valenzuela habló de una profunda transformación antropológica promovida por las “ideologías del posmodernismo y del relativismo”. Lamentó que el Ministerio de Educación y Ciencias ignore a la Iglesia y cuestionó el Plan de Transformación Educativa.
“Sabemos que en algunos países han fallado al seguir ideologías cargadas de frustraciones y de inmoralidad; no podemos permitir que nos impongan esos sistemas fallidos”, aseveró.
Pidió a los presentes aferrarse a su identidad cristiana para combatir esa mentalidad en los hogares, escuelas, el Gobierno y la sociedad.
Admitió que el Plan Nacional de Transformación Educativa tiene sus aspectos positivos, pero afirmó que se basa en las orientaciones de la “Agenda 2030″, al igual que la Ley 6.659, que aprobó el Congreso aceptando el Convenio de Cooperación con la Unión Europea, que -afirmó- contempla un “marco de gobernanza” que seguirá vigente al término de este gobierno y el siguiente.
Afirmó que tanto el Plan de Transformación como el convenio esconden terminologías ambiguas que necesitan ser aclaradas.
“No es un problema solo político ni económico, sino un problema de orientación de valores educativos”, dijo.
Consideró inaceptable la “colonización ideológica” que -a su juicio- se quiere imponer en Paraguay y pidió que el Senado busque otras fuentes de financiamiento para la alimentación escolar y los kits de útiles, fuera del convenio con la Unión Europea.
El obispo recordó que hubo dos años perdidos para la educación escolar a causa de la pandemia de covid-19 y opinó que Paraguay vive una catástrofe educativa.
“¿Nos damos cuenta de que el Internet y las redes sociales están alterando las relaciones entre los seres humanos, afectando a diferentes capacidades personales de pensamiento lúcido?”, se preguntó.
Monseñor Valenzuela exhortó a los educadores, padres de familia y laicos a que promuevan una educación familiar y escolar que recupere la visión de la dignidad de la persona.
Señaló que es cierto que la educación escolar es prioridad y el Presupuesto de Gastos de la Nación debe reconocerlo y no solo destinar mayores recursos para satisfacer las necesidades del sistema escolar, sino que también el Estado debe hacer un autoanálisis y racionalizar los recursos nacionales que administra.
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Propuestas de educación
Valenzuela dijo que la reforma educativa debe comenzar con la reforma del propio Ministerio de Educación, independizándolo de factores político-partidarios.
Pidió actualizar el diagnóstico general presentado en el Plan de Transformación Educativa y repensar el aporte de la Iglesia y de la fe cristiana, que -afirmó- está ausente totalmente del diagnóstico y de las propuestas operativas actuales.
“¿Será que para el MEC no existe el pueblo cristiano, que en el último censo son el 80% de la población? ¿Tienen miedo a la Iglesia y a los que profesamos la fe cristiana?”, cuestionó.
Instó a los padres a que enseñen la convivencia democrática y el respeto al cumplimiento de la Constitución y las leyes, invitando a sus hijos jóvenes a participar de las próximas elecciones democráticas.
“Enseñemos a educar evangelizando con los valores humanos y cristianos, con la esperanza de construir una sociedad más justa y libre para servir”, concluyó.