Nuevos párrocos de Itauguá habrían renunciado

Los sacerdotes Pedro Celestino Brítez y Antonio Vázquez habrían renunciado a la parroquia de Itauguá, ante la imposibilidad de ejercer el ministerio sacerdotal por culpa del sacerdote Andrés Cardozo, quien fue destituido en el cargo de párroco de la ciudad del ñanduti luego de 23 años en el cargo.

El Presbítero Pedro Celestino Brítez González habría renunciado como párroco de la ciudad de Itauguá
El Presbítero Pedro Celestino Brítez González habría renunciado como párroco de la ciudad de Itauguágentileza

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La decisión de los nuevos sacerdotes se habría tomado ayer ante la imposibilidad de tomar posesión de la casa parroquial.

Esta situación motivó la suspención de las misas que debían realizarse hoy, y están en riesgo las misas programadas para mañana a raíz de la presión que reciben del sacerdote Cardozo que hace todo lo posible para imposibilitar el trabajo pastoral de los nuevos sacerdotes.

Desde el momento que tomaron pocesión, durante un acto precidido por el obispo de San Lorenzo, Monseñor Joaquín Robledo, no tuvieron la oportunidad de ingresar a la casa parroquial, donde Cardozo se atrincheró reclamando el edificio que construyeron todos los itaugueños.

Ayer a la tarde y horas de la noche hubo una generalizada protesta por las redes sociales de los itaugueños repudiando la actitud de Cardozo y exigiendo a que Robledo solucione el problema.

Cardozo ha manejado en forma autoritaria la parroquia de Itauguá. Prácticamente ya no celebraba misa, no realizaba confesiones ni tampoco presidía responso, llegó incluso a impedir a los itagueños participar dentro de la iglesia del funeral de sus familiares.

Con la aparente renuncia de los nuevos párrocos, se plantea otro grave problema para la Iglesia Católica donde un obispo no encuentra la solución para desalojar a un sacerdote rebelde.

La negligente condición de este problema ha dividido a la comunidad a tal punto de que el propio Cardozo tiene un grupo de seguidores que aun maneja la infraestructura de la iglesia en Itauguá. Los mismos cierran el templo a la hora que se les antoja y siguen en la casa parroquial como si fuera una casa particular.

La comunidad espera la intervención de la más alta jerarquía para solucionar este problema que surge de un problema interno y no del pueblo que desea una iglesia más dinámica con sus nuevos pastores.

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