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Monseñor Ricardo Valenzuela inició su homilía resaltando que los cristianos deben tener fe, humildad y, sobre todo, gratitud. Señaló que “no hay cosa que se pueda decir con mayor brevedad ni oír con mayor alegría ni sentir con mayor utilidad que decir: ‘Gracias, Señor’”.
Asimismo, reiteró que tenemos que ser agradecidos con “nuestro Señor. No olviden la gratitud, porque solo Dios nos brinda el trabajo, la salud, la recuperación de un ser querido y todo eso hay que agradecer a nuestro Señor Jesucristo”, acotó.
El obispo señaló que incluso todos los días al despertar tenemos que dar las primeras gracias por el hecho de estar vivos y poder respirar con tranquilidad cerca de nuestros seres queridos. “Vivimos siempre pendientes de lo que nos falta y no nos damos cuenta de lo que tenemos”, dijo.
Así también, explicó que toda nuestra vida debe ser “una continua acción de gracias, cada paso, a cada encuentro, un amigo, todo lo lindo de nuestra vida debemos agradecer a nuestro Señor”.
Agregó que muchas veces pasamos periodos de dificultad y que en esos momentos de prueba tenemos que pensar que Dios nos prepara para recibir cosas buenas. “Agradezcamos cada experiencia y vivamos con la alegría de estar llenos de bendiciones”, dijo el religioso.
Monseñor recordó la frase de “una señora de edad, sabia y noble” que -según comentó- le dijo: “La gratitud es una planta que crece solo en la tierra de almas nobles” y aseguró que esta mujer “tuvo toda la razón, porque la gratitud es la gracia que nos impulsa a ser buenas personas”.
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Seamos agradecidos
Durante su homilía, Valenzuela también recordó la visita de una familia que se salvó del COVID-19. Mencionó que la familia fue hasta el santuario con su ofrenda para agradecer a la Virgen de Caacupé y a Dios por tener la bendición y el milagro de la salud.
Los miembros de esta familia -papá, mamá e hijos- llegaron unidos para agradecer de corazón y con lágrimas por haberlos salvado de ese momento tan difícil, según comentó.
Así también, comentó que un militar que se recibió llegó para agradecer a la Virgen por haber alcanzado su meta. Acotó que este rezó frente a la Santa Madre y dijo: “Querida madre, misión cumplida. Muchas gracias por culminar una etapa más en mi vida”.
Otro momento que recordó fue la experiencia de un joven que tenía el riñón muy atrofiado y ya necesitaba una urgente intervención para salvar su vida, pero no encontraba los donantes compatibles. Su hermano, finalmente, pudo donarle el órgano y se realizó la operación bajo la encomendación a la Virgen de Caacupé, según reveló monseñor.
La operación se desarrolló con éxito y hasta hoy día los dos hermanos están bien de salud. “Ellos están muy agradecidos y lo expresaron a nuestra Madre”, dijo.
Destacó, en ese sentido, que la gratitud siempre traerá bendiciones. “Seamos siempre agradecidos para fortalecernos como cristianos y encontrar los dones de nuestro Señor”, remarcó.
El obispo indicó que faltan solo dos meses para la gran fiesta de la Virgen de Caacupé y acotó que tenemos el tiempo suficiente para reflexionar sobre “cuánto tenemos que agradecer a nuestra Madre”.
Al finalizar la santa misa dominical se pudo observar la concurrida participación de los fieles que acuden al santuario para ser bendecidos con sus familias.
Los peregrinos que estuvieron presentes llegaron de Horqueta, Encarnación, Cambyretá y Lambaré.
Así también, se tuvo la visita de feligreses de la Parroquia San Miguel de Itapúa.
El coro estuvo animado por el Grupo Coral de la Alegría y de la Parroquia San Cristóbal de Asunción.