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La historia de la Iglesia Católica en el Paraguay se remonta, como es lógico, a la conquista del Imperio español de gran parte del continente americano en una feroz lucha con los portugueses a lo largo del Siglo XVI.
Juan de Salazar y Espinoza fundó Asunción el 15 de agosto de 1537 junto con sacerdotes y clérigos; específicamente tres, llamados Francisco de Aranda, Juan Gabriel de Lezcano y Luis Miranda de Villafaña, según un libro clave llamado Historia de la Iglesia en el Paraguay, escrito por Margarita Durán Estragó, Carlos Antonio Heyn Schupp e Ignacio Telesca en 2014.
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Esta obra narra de qué forma la década de 1540 fue una muy importante para el establecimiento de la Iglesia católica en el Paraguay, cuya presencia se vio fortalecida en respuesta a lo que se puede interpretar como el comportamiento “promiscuo” entre los conquistadores españoles y los indígenas.
Esto generó incluso lo que podría considerarse como el primer golpe de estado de la novísima América, el de los leales a Domingo Martínez de Irala contra los fieles a Álvar Núñez Cabeza de Vaca, pero esa es harina de otro costal.
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Historia de la Iglesia en el Paraguay recordó que una persona llamada Pedro Dorantes –nombrado factor real– pidió en 1543 “el envío de una persona ‘por procurador de los indios y de nuestras ánimas’ para que con el testimonio de su buena vida ‘nos haga recoger de nuestros vicios’”.
Además –dice el libro- Fray Bernardo de Armenta escribe al rey (de España) en 1544 “diciéndole que la presencia de un obispo redundará en beneficio de los naturales para que ‘con su vida y ejemplo lo remedie todo y sea protector que ampare y defienda a los indios de los muchos agravios que les son hechos y se les hace’”.
Un año después, en 1545, el gobernador Domingo Martínez de Irala también envió una carta al rey. En ella decía: “Y porque las (cosas) del cuerpo no son nada sin las del alma. Vuestra Majestad debe proveer de un pastor para la Iglesia, así para clérigos como para legos, y que sea tal que a su vida, castigo y ejemplo tengamos todos temor y vergüenza, y la real conciencia de Vuestra Majestad quede descargada”.
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El corazón de la Iglesia católica, en Asunción
El 1 de julio de 1547, el papa Pablo III estableció que la diócesis del Río de la Plata esté establecida en Asunción a través de la bula Super Speculo Militantes Ecclesiae. Así, dio respuesta al pedido del rey de España, Carlos V, que a su vez respondió a las exigencias de sus súbditos en Paraguay.
Durán Estragó, Heyn Schupp y Telesca refirieron que fray Juan de los Barrios fue el primer obispo de la diócesis del Río de la Plata y ordenó el 10 de enero de 1548, desde Aranda del Duero, que se erija la Catedral de Asunción. Sin embargo, De los Barrios nunca llegó a viajar al Paraguay.
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Sin embargo, quien sí ejerció el cargo fue fray Pedro Fernández de la Torre entre 1556 y 1573.
“El obispo tomó posesión de la iglesia mayor de la Encarnación habilitándola como catedral de Asunción; la misma estaba ubicada ‘encima de la barranca del río, donde antiguamente estuvo cierta fortaleza, y donde los capellanes, puestos por los oficiales reales, administraban los sacramentos, y servían al culto divino’. (Avenida de la República, 15 de Agosto y barrancas del río). Mandó construir la primera catedral de Asunción, la que subsistió con sus continuas refacciones, hasta que la acción de los raudales derrumbó la barranca y obligó a edificar otra, más al sur, que se habilitó en 1692″, puntualizó Historia de la Iglesia en el Paraguay.
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La reubicación
El Arzobispado de Asunción narró en su sitio web que la diócesis del Río de la Plata pasó en 1609 a depender de la nueva Diócesis metropolitana de Charcas, al separarse Charcas del Arzobispado de Lima.
“En 1617 se produce la división de la Provincia del Paraguay en dos gobernaciones. Buenos Aires, capital de una de ellas, se erige en Obispado independizándose del de Asunción en 1620. Al crearse el Arzobispado de Buenos Aires en 1865, Asunción, primera sede diocesana del Río de la Plata, pasa a ser sufragánea de la metrópolis bonaerense hasta 1929, año en que se crea la Provincia Eclesiástica del Paraguay”, sostuvo el Arzobispado de Asunción.
Y añadió: “El 1 de mayo de 1929, mediante la bula Universi Dominici del papa Pío XI, Asunción pasó una porción de su territorio para la erección de las diócesis de Concepción y Chaco (hoy diócesis de Concepción) y de la diócesis de Villarrica (hoy diócesis de Villarrica del Espíritu Santo). A la vez fue elevada a Arquidiócesis metropolitana con el nombre actual”.
El primer cardenal paraguayo
Si bien los cardenales ya existían desde el catolicismo llamado primitivo, el Colegio Cardenalicio —del que ahora formará parte Adalberto Martínez— fue instituido en su forma actual en 1150, según la página Catholic.net, que añade: “Los requisitos para ser elegidos cardenales son, más o menos, los mismos que estableció el Concilio de Trento en su sesión XXIV del 11 de noviembre de 1563: hombres que han recibido la ordenación sacerdotal y se distinguen por su doctrina, piedad y prudencia en el desempeño de sus deberes.
Los elegidos que todavía no son obispos deben recibir la consagración episcopal, según estableció Juan XXIII”.
El 31 de mayo de este año, 872 años después de la creación del Colegio Cardenalicio, Paraguay —un país con el 88,2% de su población católica según información divulgada por el Instituto Nacional de Estadística— recibió la noticia del nombramiento de arzobispo de Asunción, Adalberto Martínez Flores, un hombre que este sábado formará parte de un vínculo histórico entre el Vaticano y nuestro país.