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Sus padres llegaron al Paraguay hace 82 años, antes de la Segunda Guerra Mundial. Mie Elena Kanazawa de Iwatani nació en La Colmena, Paraguarí, estudió enfermería y obstetricia. Fue becada a Japón, donde además de perfeccionarse profesionalmente, conoció a su marido, funcionario de la Agencia de Cooperación Internacional de Japón.
Mie Elena vivió en Paraguay hasta los 30 años, luego emigró a Japón. Allá no pudo ejercer su profesión por tener título extranjero. Dedicada a su familia y siempre enamorada del arte, dice: “yo no trabajo”, sin embargo, ha transmitido con pasión y tesón el arte de tejer ñandutí en una cultura tan diferente a la nuestra.
Humilde en su labor artesanal, asegura que le falta aprender mucho, “cada vez que puedo ir a Paraguay, voy a quedarme con mis amigas y maestras artesanas para que me enseñen el tesoro que -solo ellas- guardan en su memoria”.
Nuestra entrevistada, como buena japonesa-colmenense, habla guaraní (de oído), español y japonés. “Cuando me quedo en la campaña, hablo en guaraní, no tengo ningún problema, porque hay personas que solo hablan guaraní”, dice.
Incansable divulgadora de la cultura paraguaya, Mie Elena enseña ñandutí en Japón, de 80 a 100 personas por mes en Vogue Gakuen, el instituto de arte más grande de Tokio y en otras instituciones, a más de clases privadas. “En algunos lugares ya están enseñando mis alumnas”, cuenta con orgullo.
- ¿Cómo surge su pasión por el ñandutí?
-Realmente me enamoré del ñandutí. Esa magia de colores que van cambiando. Siempre quise aprender, pero no había un lugar donde lo enseñaran. Cuando mi marido fue trasladado a Paraguay, desde el 2006 hasta el 2010, ahí tuve la oportunidad.
- Volver a la fuente, a las artesanas
-Aprendí con una japonesa nikkei, era una peluquera que se llamaba Kimie; iba a su casa una vez por semana durante 4 años. Fue muy difícil aprender. Cuando llegué a Japón me puse a enseñar y me di cuenta de que había muchas cosas que no entendía. Entonces empecé a ir seguido a Paraguay desde el 2012 al 2019.
- En total más de 10 años estudiando, hizo una carrera universitaria más un posgrado.
-Hubiera seguido, pero debido a la pandemia que vivimos, hace 3 años que no he vuelto. Me voy en este noviembre, voy a quedarme todo el mes.
- ¿Quiénes toman sus clases “donde nace el sol”?
-Mujeres y también hombres. Aquí en Japón valoran muchísimo el ñandutí. ¿Conoces a Arisa? Es una arpista japonesa muy famosa, está casada con el arpista paraguayo Enrique Carrera. La abuela de Arisa quedó fascinada con el vestido hermoso de ñandutí que tenía ella, su nieta. Yo le enseñé a tejer y tejió hasta que falleció a los 92 años.
- Imagino que las japonesas son súper aplicadas.
-Aquí las japonesas tejen muy bien y muy rápido, es increíble. También los hombres tejen, no hay prejuicios. No son tejedores ni artistas, hacen por hobby. Usan el trabajo terminado para colocar en su ropa, su cartera o para colgar en cuadros.
Viene gente de muy lejos para aprender. En Japón se valora mucho el arte nacional e internacional. Entre mis alumnas están también las señoras diplomáticas de América Latina.
- Es Ud. una embajadora -ad honorem- del Paraguay por transmitir su más preciado arte.
-Con orgullo soy representante de la Asociación de Ñandutí en Japón. Al principio mis alumnas pensaban que el ñandutí era de Argentina, porque hay una exitosa marca de ropa que basa algunas de sus creaciones en ñandutí, y que tiene tiendas en Tokio y Kyoto.
Eso me puso celosa, quise demostrarles que el ñandutí era de Paraguay y decidí lanzar mi primer libro: “El Ñandutí del Paraguay” que es una iniciación, y después lancé otro: “El Ñandutí del Paraguay. Cómo hacer accesorios fáciles”
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- ¿Hay algo similar en Japón, algún tejido que imite la naturaleza?
-Hay artes muy hermosas, pero nada como el ñandutí.
Paraguay en el alma
Para Mie Elena la distancia no hace más que avivar el amor por su país. En su casa de Tokio hace todo lo que hacía aquí: cocina chipa, sopa paraguaya, chipa guazú, mbejú, locro, vorí-vorí “y tallarín al estilo Paraguay”, remarca.
Cada viaje de regreso, disfruta de la vida sencilla de la campaña, rica en cariño, amabilidad y tradiciones. “No solo me gusta el ñandutí, también otras cosas. Cuando fui a Yataity (2019), estuve en la casa de la abuelita Digna López (96), ella es muy famosa como artesana; vive sola y teje de manera tradicional; lleva vida de campo, tiene como 50 gallinas que cuida solita.
- Me quedé en su casa y pasé súper bien, aprendí cómo sacar el algodón, hacer el hilo y tejer. Además, me enseñaron ao po’í. Fui muy feliz esos días. ¡Me falta tiempo para aprender todo lo que quiero! Quiero también traer a Japón filigrana, bolsos nivaclé… y muchas otras cosas para vender.
- La vida en la campaña es dura, pero no pierde la calidez.
-Siempre me quedo en la campaña con la gente artesana, su vida es humilde y su obra tan profunda.
Me gusta ir a aprender debajo del mango con las tejedoras, ellas me cuentan historias. Por ejemplo, cuando pregunté de dónde venían los colores tan hermosos del ñandutí, me contaron que al ver la tela de araña cuando le da el sol, brilla como un arcoíris.
Busqué una telaraña y así mismo es, el ñandutí es realmente la tela de araña. Saqué hermosas fotos de telas de araña acá en Japón, en el parque Hikarigaoka.
- Las artesanas son excelentes observadoras de sus maestras, las arañas.
-Hacia La Colmena había telares enormes, donde vivían 200, 300 arañas, tejían 10 a 20 metros, ese hilo está extendido y es larguísimo. De noche salen las arañas para tejer, la luz de la luna a la madrugada convierte aquello en “otro planeta”.
Las arañas tejen sobre las casas, en cualquier lugar que encuentran apto y, antes de que amanezca, vuelven a meter toda su tela (en su boca) y vuelven a su nido. Estos hilos ni la tormenta puede romperlos, hasta cuentan que con ellos se hacían medias. Después que empezó la fumigación desaparecieron estas telarañas gigantes, es una pena.
- ¿Cree que Paraguay está perdiendo el oficio de artesanos, específicamente tejedoras?
-Sí, lo creo, sobre todo porque son gente mayor. Para que no se pierda el trabajo de las artesanas hay que comprárselo; yo siempre lo hago. Ahora está todo parado en Itauguá, pero donde puedo, ayudo. A la escuela Táva Itauguá le llevo anteojos y también les enseño a hacer accesorios y a mejorar su ñandutí.
Además, hay que venderlo a buen precio para que la gente quiera comprar, pero no puede ser tan barato porque así nadie va a querer hacer más. Yo hago todo lo que puedo, pero para que no se acabe este arte maravilloso alguien tiene que enseñarlo constantemente. No quiero dejar de mencionar a la Municipalidad de Itauguá, que siempre nos ha ayudado.
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Docencia, expo y turismo de ñandutí
“Expuse varias veces en Japón, incluso una vez cuando vino la ministra de Turismo, Marcela Bacigalupo, hice una exposición en el Instituto Cervantes de España (Japón). Ahí expusieron 70 alumnas. Fue un éxito. Cada año exponemos, pero con el coronavirus todo se detuvo”
“Este año retomamos, desde el 27 de setiembre hasta el 1° de octubre está previsto hacer con casi 80 alumnas, estará colaborando la Embajada paraguaya en Japón”. En Paraguay el 2do domingo de octubre es el Día Nacional del Ñandutí
Además de las clases, exposiciones y ventas, Mie Elena dirige el “turismo de ñandutí”. Ha traído al Paraguay a grupos de japoneses durante 3 años, hasta el 2020. “Ese año tenía que viajar con 20 personas, pero se suspendió por la pandemia. Fue decepcionante, las artesanas estaban muy ansiosas, nos esperaban en Itauguá.
Este 2022 nos vamos con una amiga, estaremos 1 mes. Realmente hay muchísimos que quieren ir y cuando van se enamoran del Paraguay, quieren volver y conocer más y más.
El adiós a una gran tejedora, Ña Chiquita
Lo más triste que vivió Mie Elena fue la pérdida de su gran amiga Eliodora Martínez de Ramos, conocida como Ña Chiquita, quien murió por coronavirus. “Fue una mujer como pocas, lanzó 4 libros sobre ñandutí. Me dolió mucho porque era una de las mujeres que más amaba el ñandutí y más le preocupaba que no se perdiera, que no se olvidara.
Yo quiero seguir luchando también en su nombre para que esto no suceda. Quiero seguir apoyando a la gente de Itauguá y de todo el Paraguay.