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Monseñor Ricardo Valenzuela inició su homilía conmemorando a San Cayetano, patrono de los panes y del trabajo. Primeramente, pidió que recemos por las personas a las que les falta el pan y dijo que muchas veces “con profunda tristeza solemos ver a hermanos que se rebuscan por un pedazo de pan en los basureros” y que es algo que causa un gran dolor cuando vemos al prójimo en una situación así. Recalcó que existe una gran necesidad de trabajo y eso es notable, pero “para ganar el pan de cada día debe haber trabajo”.
Señaló que cuando se convoca para puestos laborales se ofrece solamente entre 30 y 40, pero llegan como 700 personas buscando trabajo.
Durante su homilía, el obispo también se refirió a la cantidad de accidentes que vemos todos los días. Dijo que es lamentable ver las noticias y encontrarse con tantos accidentes. Asimismo, indicó que en su mayoría siempre hay fallecidos y que nunca sabemos cuándo será el día que nos llame el Señor. Resaltó que por eso debemos tener cuidado ante la ola de accidentes que ocurren, porque solo tenemos una vida.
Expresó que esto es lo que nos dice el evangelio, que debemos aprender a hacer buen uso del tiempo. El obispo resaltó que debemos estar siempre en vigilancia y “tener la lámpara encendida, con los ojos bien abiertos, y debemos tener la lámpara encendida de nuestra fe”.
Dijo: “Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos y te iluminará Cristo”. Igualmente, señaló que cuando se habla de la necesidad de vigilar y estar despiertos podemos caer fácilmente en un equívoco a la venida final de Cristo.
Mencionó que debemos recordar que es cierto que tendremos la venida de Cristo, que tendrá lugar el último día, y que esa venida será la gracia. Dijo: ”Ñande Jara Ñande Pytyvo día a día ha Ñande ndajahechái”.
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Así también, resaltó que la venida de Jesús es siempre silenciosa, con un acontecimiento: “Jesús, hoy como cada día, ya está en nuestra puerta, siempre está acompañándonos en todo momento, solo que no nos damos cuenta”.
El obispo indicó que debemos estar atentos y vigilantes a lo que pasa y esperar la venida de nuestro Señor Jesucristo: “Nuestro Señor siempre nos da oportunidades y el Espíritu Santo nos ayudará a descubrir qué significa en este momento en nuestra vida abrir las puertas a Cristo”.
Monseñor manifestó que frecuentemente Cristo se nos presenta de incógnito y no lo reconocemos porque Él está en el prójimo, no como lo vemos en el cuadro inconfundible con el detalle del cabello al estilo nazareno, con la corona de espinas. Lo encontramos en el prójimo necesitado y en el prójimo que sufre.
Agregó que no tenemos que olvidarnos de estar atentos para ayudar cuando llegue la ocasión, “no dejemos que pase de largo ese prójimo, ese es el Señor”.
Así también, expresó que “nunca se pierda la esperanza que proviene del evangelio al cual no solo tenemos que escuchar, sino servir”.
Finalizando su homilía, el obispo recalcó que no descuidemos la lámpara encendida ni la luz fuerte que alumbra el camino: “Conserven el misterio de la fe con pureza en el alma”. Expresó que hay solo una oportunidad de hacer bien las cosas y es el Espíritu Santo quien ayuda abrir las puertas del corazón y no ser como aquel que se aprovecha de las finanzas mirando solo el atuendo y el bolsillo del semejante.
“Practiquen la palabra de Dios para que se convierta en una ofrenda, así escucharán la palabra de nuestro Señor y no dejen pasar la oportunidad de participar del gozo de nuestro Señor Jesucristo”, concluyó monseñor.