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Fueron 200 mil cocos los que llevaron escritos los nombres de las familias paraguayas que tenían una petición o agradecimiento para Dios y estaban puestos en el retablo que fue traído desde Misiones hasta Ñu Guasu, donde el papa Francisco ofició el Ángelus que se transmitió en vivo para todo el mundo.
“En una obra de arte, lo más importante es el proceso”
El artista Koki Ruiz recuerda que fue una gran alegría recibir la invitación para hacer el retablo. “Era una noche de Viernes Santo cuando teníamos alumbrado un retablo en el 2015, en ese mismo momento ese retablo recorría las redes sociales y llegó a los organizadores de la venida del Papa al Paraguay. Nos pidieron que esa obra pudiera estar en la misa de Ñu Guasu”, recordó.
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La respuesta de Koki fue que “en una obra de arte lo más importante es el proceso”, por lo que tendrían que hacerlo desde cero, con la participación de la gente.
Rápidamente recibió el apoyo de la ciudadanía y comenzaron a llegar las donaciones: 40 mil espigas de maíz desde Campo 9; en Misiones, la ciudadanía se acercaba con calabazas, andaí y otros productos y finalmente llegaron los 200 mil cocos desde Santa Rosa.
“Fueron esos cocos los que pusimos para que la gente pueda firmar, escribir, dejar su testimonio y así en toda Misiones, todo Paraguay y también desde el extranjero a través de las redes sociales nos pedían que escribiéramos en los cocos”, recuerda con mucha emoción.
El viaje a Ñu Guasu desde Misiones
“Fue una caravana inolvidable”, rememoró. Desde la salida de Misiones hasta su llegada a la zona del parque Ñu Guasu, en Luque, la gente salía a las calles, formaba cordones humanos en cada pueblo y saludaba el paso de los camiones que llevaban las partes del retablo en una día lluvioso.
Tras el arribo del retablo, fueron 15 días de arduo trabajo en el lugar, con gente que iba para ayudar, aportar o simplemente para observar y maravillarse con el trabajo del artista y su gran equipo.
Luego de la misa, el Papa mantuvo un breve encuentro con los artistas, a quienes agradeció por el trabajo y no dejó de mostrarse maravillado con la obra.
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Liz Fretes recuerda encuentro con el Papa
El encuentro del papa Francisco con los jóvenes en la Costanera de Asunción, aquel 15 de julio de 2015, estuvo marcado por muchas emociones. Los testimonios de quienes fueron seleccionados para subir al escenario, estar cara a cara con el Sumo Pontífice y hablar ante miles jóvenes congregados quedó grabado en la memoria y el corazón de muchos.
Liz Fretes fue una de ellas. Era una joven de 25 años, estudiante de enfermería que se hacía cargo de su madre y de su abuela, que estaban muy enfermas, pero a pesar de eso, tenía siempre una sonrisa y una mano amiga para ayudar al necesitado, además de participar activamente en las actividades de su parroquia.
“Entendí que aquel encuentro con el Papa fue porque Dios me estaba preparando para situaciones muy fuertes y grandes. Hoy tengo la fe puesta en Dios y todos los días es un volver a empezar”, reflexiona la joven al recordar todo lo que pasó en su vida en los últimos 7 años.
En el 2018, Liz perdió a su abuela y un mes después también falleció su madre. “Me quedé sola, sentí que mi vida terminó. Uno nunca supera esas pérdidas pero aprende a vivir con el dolor, luchando y perseverando. Seguro que habrá muchas personas como yo, con mucho dolor dentro de su corazón”.
A pesar del dolor que la invadía en ese momento, sintió que tenía que ayudar más, porque podía encontrar en cada persona que sufría el rostro de su madre y el de su abuela, además de tener la posibilidad de transmitirle el mensaje que el Papa le había dado a ella: “Vos podés, Liz. Sos una guerrera”.
Aquella joven que conmovió a miles de almas aquella tarde de domingo, cuando el viento norte soplaba sobre la Costanera, hoy trabaja en su profesión, además de enseñar en una universidad y de ser bombera voluntaria activa y seguir fiel con sus principios de fe. “Esto me hace sentir útil. Quería servir mucho más, hacer lío, encontrar consuelo en algo”, recordó.