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Juana Ñamandú, pobladora del lugar, indicó que con cada lluvia sus casas se inundan y el barrio San Roque se convierte en criadero de mosquitos y alimañas que peligra la vida de los pobladores.
La villa fue construida por la Senavitat hace tres años en una zona baja y en los días de intensas lluvias todo queda bajo agua. Esta situación deben soportar 250 viviendas.
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Relató que la inundación no es el único problema, la calle Soledad, que pasa por el lugar está en pésimas condiciones e impide el ingreso en vehículo al poblado. “Hay muchos mosquitos y hasta víboras nos persiguen”, indicó la indignada mujer.
Promesas de políticos
Mencionó que en época electorales los políticos les visitan por los votos, pero luego en el cargo, se olvidan y dejan abandonados a los pobladores. “Ahora la municipalidad nos quiere cobrar impuestos y quien va a querer pagar si estamos abandonados en este lugar”, apuntó.
La mujer pide atención a la comunidad porque en las condiciones en que están ya es insoportable vivir en el barrio. Sumado al drama de la inundación y a los mosquitos deben soportar el fuerte olor que despide una fábrica procesadora de chatarras.
No descartó la movilización de los vecinos hasta lograr una solución para el lugar, que según precisó también requiere de un desagüe pluvial.