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El Fondo Monetario Internacional (FMI) mejoró ligeramente su previsión de crecimiento para América Latina y el Caribe a 2,5% para 2022, desde 2,4% que previeron anteriormente, y confirmó la rebaja de casi 3,5 puntos porcentuales para nuestra economía, previendo una mínima expansión de 0,3% para el presente año, según se desprende del reporte de Perspectivas Económicas Mundiales que dio a conocer ayer en el marco de su reunión anual en Washington.
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Con esta proyección de 0,3% de expansión del PIB, la economía paraguaya será la que menos crecerá al comparar con los demás países de la región. No obstante, otros organismos preven un escenario incluso peor en terreno de recesión, esto debido al fuerte impacto de la sequía en el sector agropecuario, uno de los motores más importantes en el PIB. Para el 2023, el organismo internacional prevé un repunte del 4,5% para nuestra economía. El BCP por su parte, ajustará su proyección del 3,7% a fin de este mes, aunque ya adelantaron que el ajuste será a la baja por los efectos climáticos adversos que afectaron la producción agrícola, ganadera, industrial y la producción de energía.
De acuerdo con las estimaciones del FMI, Colombia (5,8%), Argentina (4%), Uruguay (3,9%), Bolivia (3,8%), liderarán el crecimiento en la región, mientras que Paraguay (0,3%) y Brasil (0,8%) serán las de menor expansión.
Incertidumbre y alta inflación
El organismo internacional que realiza esta semana su reunión anual hizo hincapié en que la situación internacional variable hace que las previsiones “sean aún más inciertas de lo habitual”.
América Latina tiene menos vínculos directos con Europa que otras regiones pero aún así se verá afectada por la inflación y el endurecimiento de las políticas monetarias, advierte el FMI. Si bien el conflicto en Ucrania podría suponer una oportunidad económica para algunos países de la región exportadores de alimentos ante la caída de la competencia rusa y ucraniana, el ascenso de los precios está golpeando a muchas economías en sus costos, además de implicar riesgos para el abastecimiento de la región. Aunque la inflación en muchos países latinoamericanos ya estaba disparada antes de la guerra en Ucrania.
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