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El diario ABC Color reapareció el 22 de marzo de 1989 para seguir siendo protagonista de un tiempo nuevo. Salvo su aspecto, adornado por la última tecnología, ABC siguió siendo el mismo acompañante de las iniciativas que tendían a la prosperidad nacional y el mismo látigo para los comportamientos corruptos.
La clausura del diario hizo estallar uno de nuestros males: el aplauso fácil, el aplauso comprado, el aplauso interesado. Sobre todo de los sectores partidarios, en todos sus niveles, subían incesantes las hurras hasta Stroessner “por su patriótica y valiente decisión” de dejar sin trabajo a miles personas.
Si hoy se lo volviese a clausurar, se repetirían las estruendosas manifestaciones de alegría ya no solo de un partido político, también de los contrabandistas, narcotraficantes, violadores de la Constitución y las leyes, de jueces y fiscales que negocian su cargo a cambio de ladear la mirada de la corrupción que se introdujo en las instituciones del Estado, debilitándolas hasta poner en riesgo nuestra frágil democracia.
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Cambiaron los personajes
Hoy ABC Color ya no tiene a Stroessner, Montanaro, Pastor Coronel, etc. a quienes enfrentar en el esfuerzo de vivir en un país limpio, sin miedo, con porvenir. Hoy los personajes son otros. Tal vez igual o más siniestros que los nombrados. A las citadas personas se les veía la cara, tenían rostro.
Hoy, sin estar escondidos, se mueven en la sombra, tienen contactos o son directamente jefes de funcionarios nombrados o electos. Inundan de dinero malhabido la codicia de quienes pueden esconder un expediente comprometedor, una orden de captura, tener “campanas” en los sitios adecuados para avisar de un allanamiento. Hoy la pelea es contra la dictadura del dinero, contra la mafia.
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Stroessner, en su soberbia embrutecida, creyó que al clausurar ABC Color se acabarían los problemas denunciados a diario. Se multiplicaron. El silencio, la ocultación, sin una voz que grite, agravan los hechos. Tanto se agravaron que cinco años después la dictadura se derrumbó. No soportó el peso de su propia corrupción, injusticia, abuso.
Hoy ABC Color llega orgullosamente al número 18.027. Sin la perversidad de la dictadura serían 1.800 más. Como era de esperarse, el silencio del diario resonó por todas partes y permitió que muchos gobiernos, organizaciones políticas, sociales, etc. se interesaran por lo que sucedía en el Paraguay.
Desatinos de la dictadura
Desde la perspectiva dictatorial, se entendía la desatinada medida. Antes del cierre “por tiempo indefinido”, ya venían soportando fuertes represiones como el apresamiento de su director, de varios periodistas, la retención por muchas horas en los puestos de peaje de los vehículos que llevaban el diario al interior; se le hacía faltar papel y tinta mediante trámites burocráticos indebidos.
Estos hechos arbitrarios no eran sino el reconocimiento de la fuerza que ABC Color llegó a tener en la opinión pública. Llegar a este nivel no fue fácil el camino andado. Mucho trabajo, mucha disciplina, mucha convicción.
Los países democráticos alzaron su voz de protesta. Llegaban de todo el mundo las más vivas muestras de repudio contra la dictadura. No supo escuchar a la ciudadanía a través de una prensa libre y se hundió irremediablemente. Creyó que su inmenso y arbitrario poder haría que los problemas se solucionasen con solo ignorarlos, con solo imponer mordaza al país. Se equivocó como se equivocan las dictaduras acerca del poder de la palabra. Un poder que mal usado daña terriblemente. Esta situación suele darse cuando la libertad de prensa se pone a disposición de causas delictivas, de personas que no merecen el cargo que la sociedad les ha confiado.
En este sentido, la reapertura de ABC Color, coincidente con el derrumbe de la dictadura, fue una continuación lógica de su prédica por la paz, la justicia, la decencia.
Aldo Zuccolillo: “Un medio no es del propietario, sino del lector”
Hoy su voz es tan fuerte como la de ayer porque la sostiene los mismos principios; sigue en la línea marcada por su fundador y director por cincuenta años, Aldo Zuccolillo, quien sostenía que un medio no es del propietario sino del lector. Este pensamiento era parte de su avasalladora personalidad que se extendió en el escenario nacional por un poco más de 50 años. Apasionado y apasionante, hizo del periodismo el valioso instrumento para medir el grado de compromiso de la gente, en especial de los políticos, con el presente y el futuro del país.
Le gustaba que se lo entendiese, que no quedase nada que adivinar en sus palabras. Hablaba claro y recio. El bienestar del país era su obsesión. Meditaba largamente un proyecto para luego, una vez decidido, largarse sin ataduras en procura de que se realizara. Fue un hombre libre, no la libertad que da el dinero, sino la libertad sin compromiso con nadie más que consigo mismo, con su conciencia, con su ética, con su patriotismo.
Luego de cinco años
Cinco años después de la clausura, el pueblo recuperó sus derechos de expresar en libertad sus ideas y pensamientos. Exactamente el 22 de marzo, de 1989, volvió ABC Color a estar con sus lectores. Esta vez, con la última tecnología: la incorporación de las computadoras que reemplazaban a las máquinas de escribir. Hoy nada dice este cambio, pero en su momento fue un salto enorme hacia la modernización, así como cuando se dio a conocer en agosto de 1967 con el sistema offset, lo último en composición e impresión a colores.
En esta nueva época, el diario saludó alborozado el tiempo de libertad que se abría esperanzador. Al mismo tiempo, renovó su compromiso con la democracia y su esfuerzo por contribuir con el desarrollo social, político, cultural, enterrado por casi 35 años de dictadura.
Y en esta tarea nos encontramos hoy pese a las actuales circunstancias, cargadas de dificultades en todos los órdenes, pero insuficientes para hacernos descabalgar de nuestra fe en la patria.
Radio, televisión, prensa digital
Hace un poco más de 50 años ABC Color era sólo diario. Hoy es radio, televisión, prensa digital. La existencia de estos medios es el resultado del empuje emprendedor de Zuccolillo. Empuje que incluía recias campañas periodísticas desde los editoriales, crónicas, reportajes, investigación, que le valieron aplausos, también críticas y condenas. Se entiende, nadie quiere salir en la prensa por sus fechorías.
Hoy se sigue escuchando la voz de Zuccolillo en cada editorial, en cada preocupación del diario por la suerte del país. Mientras ABC Color viva, en él vivirá su creador.