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Monseñor Adalberto Martínez ya es arzobispo de la Arquidiócesis de la Santísima Asunción. El religioso de 70 años es el séptimo pastor que gobernará la jurisdicción eclesiástica más importante del Paraguay, por tener su sede en la capital política de la República. Sucede en el cargo a Mons. Edmundo Valenzuela, que ya ostenta el título de arzobispo emérito.
La toma de posesión se realizó hace instantes en presencia del nuncio apostólico, Mons. Eliseo Antonio Ariotti, los obispos del Paraguay, sacerdotes, religiosos y laicos, entre quienes se encontraban sus familiares.
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El acto comenzó a las 11:00, con la llegada de Martínez, quien fue recibido por los obispos. Tras los saludos, se ingresó al interior del templo y, una vez en el presbiterio, se procedió a la lectura de la Bula papal. Seguidamente, Mons. Edmundo Valenzuela entregó el báculo a Martínez y éste ocupó la cátedra desde donde compartirá la fe con los fieles.
En la homilía que pronunció, el nuevo arzobispo se refirió al tiempo cuaresmal y al pasaje bíblico que relata la tentación del diablo a Jesús. “No debemos dejarnos seducir por aquellos que pueden tomar algunos argumentos de la Escritura, que se vanaglorian y que parecen ‘sabelotodo’. También el diablo usa testimonios de las Escrituras, no para enseñar, sino para envolver y engañar”, dijo Martínez.
El nuevo arzobispo criticó la mundanidad espiritual, que es un gran mal para la Iglesia y para la fidelidad a su misión evangelizadora. Explicó que la mundanidad espiritual es no poner la confianza en el Señor, sino en sí mismo, en las cosas, en las organizaciones, en los planes y proyectos, olvidándose de lo esencial. “No busca tanto la gloria de Dios, sino la propia vanagloria, la ostentación de alguna forma de poder (económico, cultural, religioso)”, indicó.
Agregó que la cuaresma debe ayudar a decir no a la mundanidad, a los “ídolos”; debe ayudar a hacer elecciones valientes conformes al Evangelio y a reforzar la solidaridad con los hermanos.
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En otro momento de su alocución cuestionó la división en la sociedad, lo que -a su criterio- es una sociedad de pocos y para pocos. Recordó al papa Francisco, que exhorta a no cansarse de orar, de extirpar el mal de la vida y de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo.
Cuidar al prójimo
Martínez abogó igualmente por la práctica de la limosna, aportando con alegría según las posibilidades al llamado de caridad que nos hace la Iglesia en este tiempo. Invitó a cuidar y hacerse prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida
Finalmente, instó a poner en práctica el llamado de hacer el bien a todos, tomando el tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y despreciados.
Guerra Ucrania-Rusia
En otro momento, monseñor Martínez habló de la guerra entre Rusia y Ucrania y pidió elevar una oración por el fin del conflicto.
“Conviene recordar la necesidad de solidaridad, tanto por medio de la oración como por otros gestos concretos que estén a nuestro alcance, para con el pueblo de Ucrania y también por el pueblo de Rusia, que están en guerra, con todo el sufrimiento, dolor y muerte que eso implica. Cuaresma es tiempo de conversión”, subrayó.