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Mediante la investigación de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y el Ministerio Público, a cargo de la fiscala Fabiola Molas, fue identificada la operación de una red narco en Cordillera, supuestamente liderada por Fernando Enrique Balbuena Acuña, alias Riki o Herrero, hijo del exdiputado del PLRA Elvis Balbuena.
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Transporte
Según los datos que fueron recogidos desde el inicio, Balbuena sería el encargado de organizar y financiar la estructura. Pero contó con la cooperación de su cuñado, Reinaldo David Delvalle Mendoza, quien es su persona de confianza y actualmente se encuentra prófugo.
Por su parte, Reinaldo Delvalle era quien tenía a su cargo la logística para la recepción de los cargamentos de la sustancia ilícita que arribaban al país, transportados en aeronaves, para su posterior traslado hasta los depósitos que señalaba Balbuena. Delvalle también tenía la tarea de conseguir y trasladar los bidones con combustible para aviación, para reabastecer las naves.
Sin embargo, Delvalle tampoco actuaba en solitario, pues tenía el apoyo de Luis Alberto Ávalos Meza para la compra y la fijación de los sitios en los que serían almacenados los bidones con carburante, para después trasladarlos y recargar las aeronaves que introducían la droga desde los países productores, que pueden ser Bolivia, Colombia o Ecuador.
Salida
Para sacar su producto al exterior, el propio Fernando Balbuena contactó e incluso se reunió en varias ocasiones con el ucraniano Viktor Melnyk, quien luego pasó a formar parte de la estructura. Este era el encargado de organizar todas las rutas y la logística necesaria para el envío de la sustancia desde Sudamérica a Europa, utilizando como punto de salida los distintos puertos.
Exdirector de Tacumbú
Atendiendo que la organización iba creciendo, Balbuena precisaba de mayor fuerza operativa por lo que contactó con Julio Antonio Acevedo Haurón –condenado por su complicidad en hechos relacionados a pornografía infantil dentro del penal de Tacumbú cuando ocupaba el cargo de director del recinto–, quien era el que captaba colaboradores para la estructura y constituía empresas ficticias, a través de las cuales se enviaba la sustancia, usando como fachada el envío de productos lícitos.
En esas funciones fue que Julio contactó con su hijo Julio Alejandro Acevedo, el 28 de diciembre de 2021, para convencerlo de que forme parte de la red en la función de transportista.
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Así, el 7 de enero último, Julio Alejandro recogió una importante carga de droga de una pista clandestina en Arroyos y Esteros y la llevó hasta la granja de Eusebio Ayala, perteneciente a Bárbara Larissa Delvalle Mendoza, esposa de Balbuena.
En dicho local, situado a solo 800 metros de la casa de Balbuena, se alijaban y ocultaban las sustancias. El sitio era custodiado por el capataz Críspulo Monzón Acosta. Es aquí donde el domingo 9 de enero pasado, en un allanamiento, se incautaron de 947 kilos de cocaína, distribuidos en paquetes con la inscripción “MR” y el emblema de “Bitcoin”.
Todos ellos fueron imputados por el fiscal Ysaac Ferreira por tenencia, comercialización y tráfico de drogas y asociación criminal. El juez Gustavo Amarilla, además, ayer ordenó la prisión preventiva para cuatro de los siete procesados.
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“Me convertí en Pablo Escobar hoy”
A inicios del mes de junio del 2021, los elementos de inteligencia de la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad), presumiblemente, a través de una delación detectaron los movimientos de la estructura criminal liderada por Fernando Enrique Balbuena Acuña, alias Riki o Herrero, cuyo objetivo era acopiar cocaína en la zona de Cordillera y luego remesarla a los mercados de consumo europeos.
Desde ese momento y con orden judicial de por medio, los antidrogas comenzaron a interceptar todas las llamadas efectuadas por los siete miembros identificados de la organización, a más de otros, cuyos nombres no pudieron ser averiguados. Lo primero que se pudo saber con este método es que el verdadero patrón y financista de toda la operación estaba afincado en la zona de Pedro Juan Caballero, Amambay, de donde “Riki” se iba a traer la plata para mover el engranaje de la estructura mafiosa.
Con las escuchas fueron identificados cada uno de los miembros y sus funciones en la red criminal: Reinaldo Delvalle Mendoza era el cuñado del jefe, la mano derecha, el hombre de confianza; Julio Antonio Acevedo Hauron brindaba cobertura en la zona de operaciones; el hijo de este, Julio Alejandro Acevedo Spaini, era el operador logístico, encargado del traslado de las cargas; el ucraniano Viktor Melnyk se encargaba de los envíos, manejaba los contactos con narcos del Viejo Mundo.
En tanto que Críspulo Monzón Acosta es el capataz y encargado de la seguridad, y Luis Alberto Ávalos Meza, operador logístico, encargado del suministro de objetos e instrumentos para la organización.
El 20 de noviembre último, en una conversación entre Fernando Balbuena y su cuñado Reinaldo Delvalle se referían a un aparente accidente que sufrió una de las naves que usaban a raíz de la rotura del tren delantero. En ese incidente el piloto sufrió heridas y necesitó asistencia médica.
Mientras que el 5 de diciembre, el encargado de seguridad Críspulo Monzón se contactó con Reinaldo Delvalle para informarle que agentes de la Senad estaban rondando la granja donde guardaban la mercancía y que hasta tomaron algunas fotografías. El hombre de confianza del jefe respondió que esos eran policías antiabigeato, que estaban investigando el robo de un ganado en la zona.
En uno de los audios captados el 28 de diciembre se puede escuchar cuando Julio Antonio Acevedo le llama a su hijo Julio Alejandro para pedirle que entre a la organización, ya que necesitaban alguien que sepa manejar con rapidez para que se encargue del traslado de la droga desde la pista en Arroyos y Esteros hasta la granja de Eusebio Ayala, trabajo por el que iba a ganar unos US$ 5.000.
Finalmente, en la mañana del 8 de enero último Julio Alejandro habla con uno de los miembros no identificado de la organización criminal y le comenta que llegaron dos avionetas cargadas con droga en la pista, una tras otra, y que una de las camionetas que debían usar para el traslado sufrió una avería. A raíz de esa situación cargaron toda la mercancía, que estaba en bolsas de 30 kilos, en uno de los vehículos. El joven Julio Alejandro aseguró a su interlocutor que por unos instantes se convirtió en una especie de Pablo Escobar.
Igualmente, la fiscalía recogió imágenes de circuito cerrado de los lugares donde Fernando y Viktor se reunían para coordinar la acciones para los envíos de drogas, como así también de los Acevedo, quienes usaban estaciones de servicio para tramar estrategias tendientes a eludir a los organismos de seguridad durante los traslados de la droga.