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En un marco sagrado, de meditación, de reflexión, con el imponente órgano de tubos y el coro de la Catedral de fondo, monseñor Edmundo Valenzuela ofició su última misa como arzobispo de Asunción. Fue la misa de Navidad de esta mañana, a las 11:00.
La fiesta del nacimiento de Jesucristo “adquiere una fuerza extraordinaria, porque descubrimos cómo Dios se entrega totalmente, cómo Dios nos ama incomparablemente y nos da a su hijo. Es un dar para que nosotros adquiramos algo, pero sin ningún interés”, señaló monseñor en su homilía.
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“El hecho de que Dios Padre nos da a su hijo y que nazca, es con una finalidad, no es con un interés de él sino es nuestro, que nosotros consigamos la salvación. Este es el don que hoy estamos recordando”, añadió Valenzuela.
“La Navidad es el regalo más hermoso, más increíble que Dios nos da. Y este regalo hace que nosotros disfrutemos de una dimensión, de una atmósfera, de un hábitat espiritual que es el amor. El amor es siempre gratuito, el amor se dona, no con algún interés, sino para que este amor produzca a su vez amor y genere vida”, dijo el religioso.
“Muchas veces hemos dado la espalda a Dios con nuestras indiferencias, con nuestras injusticias, con nuestra violencia, con nuestros malos tratos, etcétera, sin embargo, Dios es amor, y sigue hablándonos. Las palabras de los profetas han sido palabras de amor, han reconocido que Dios habla solo palabras de amor y de misericordia”, agregó en otro momento Valenzuela.
El arzobispo de Asunción en su última misa como tal, insistió en la homilía en que “el mensaje que se nos da hoy, es un mensaje extraordinariamente de amor y de gratuidad. Dios se da plenamente por nosotros y quiere que nosotros aprendamos a darnos unos a otros. De ahí vienen esos gestos de regalo que hacemos en Navidad. El regalo mayor, el principal, el único regalo de Dios, es su hijo, es su palabra hecha carne. Y de ahí la tradición de extender los pequeños, hermosos regalos que nos damos unos a otros”.
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“No hay mejor regalo que el rezar uno por otro. No hay mejor regalo que agradecer a Dios el ser hijos e hijas de Dios. No hay mejor regalo que formar una familia cristiana hermosa, digna, llena de amor y de solidaridad. No hay mejor regalo que una Iglesia que anuncia la buena noticia y que lleva a todos la salvación de Cristo Jesús. Esta fiesta de Navidad, el nacimiento de Cristo Jesús, debe ser para cada uno, para mí, un motivo de gran agradecimiento, pero de grandes compromisos, porque el amor, con amor se paga”, concluyó monseñor Edmundo Valenzuela.