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El Tribunal de Sentencia, presidido por la jueza Cándida Fleitas e integrado por los jueces Juan Carlos Zárate y María Fernanda García, resolvió condenar a siete años de prisión a Flora Irene Giménez Cáceres, tras hallarla culpable del hurto agravado de un millonario lote de joyas.
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La mujer se desempeñaba como ama de llaves de Nicolás Latourrette Bo, director del Museo de Arte Sacro, quien en diciembre de 2019 denunció la desaparición de varias joyas valoradas en US$ 800.000 señalando como sospechosa a Giménez.
El Ministerio Público estuvo representado por la agente fiscal Esmilda Álvarez, quien inició la investigación y luego defendió la acusación por hurto agravado contra Flora Giménez durante el juicio oral y público. La querella adhesiva estuvo representada por el abogado Santiago Rodas.
Joyas perdidas
Entre las joyas denunciadas como desaparecidas, Latourrette Bo denunció un prendedor del siglo XIX con un diamante principal de 15 quilates y otros medianos y pequeños de la mina Golconda de la India, un anillo de oro blanco con brillantes y un prendedor cruz de malta de diamantes, una pulsera de oro malla ancha, un colgante con cadenilla de oro y 26 perlas, con iniciales sobre fondo turquesa y dos anillos de filigrana.
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“Se comportaba como dueña y señora”
Con relación a la sentencia de la mujer emanada por el colegiado, el juez Juan Carlos Zárate, informó a ABC que técnicamente se trató de un caso de hurto agravado, porque ocurrió el “hurto de objetos que estaban resguardados bajo un sistema de seguridad; la casa de la víctima es casi una fortaleza que fue vulnerada por la persona que ostentaba ser ama de llaves”.
En cuanto a la víctima, Zárate detalló que “es un señor mayor, tenía guardado en su ropero las joyas. A veces se olvidaba la llave por el ropero, pero se llaveaba el dormitorio y esto era aprovechado por el ama de llaves para entrar. Muchas veces ella se quedaba sola en la casa, porque el señor era solo”.
Además, ella “manejaba el circuito cerrado, también a los guardias, porque estaba el señor, dueño de casa, y después ya estaba ella. Eso aprovechaba”.
Luego se hizo el allanamiento de la casa de la ama de llaves y se encontraron toallas, manteles de US$ 1.000, una joya conmemorativa que era una estrella de plata. “Eso se tasó y alcanzó un valor de US$ 5.000. Hubo otros objetos denunciados como hurtados, pero que no pudieron ser recuperados. Todo apuntó a ella”, describió el juez.
Sobre los objetos encontrados, el juez manifestó que Giménez había dicho que el señor Latourrette le había regalado y que había otros que llevó a su casa para lavarlos; sin embargo, “el señor negó que le haya regalado esos manteles; es más, manifestó que esas cosas no se lavaban”.
“Ella hurtaba porque tenía esa confianza del señor, se comportaba como dueña y señora de la casa, según la versión que dieron varios testigos”, añadió Zárate.
Zárate también refirió que se encontró el celular de la mujer, “pero cuando se le pidió que entregue, dio un celular nuevo en el que había fotos de WhatsApp, pero sin que esté instalada la aplicación. Además, se encontró un plano de la casa”, es por todo esto que “le dimos credibilidad a la víctima” y se demostró la culpabilidad de la ama de llaves.
Apelará la sentencia
Por su parte, el abogado defensor de Flora Irene Giménez Cáceres, Miguel Said Bobadilla, adelantó que analizará de forma íntegra la sentencia emanada por el Tribunal de Sentencia y presentará su apelación en los próximos días.
El auxiliar de justicia señaló con relación al caso que “nunca se le dio la oportunidad a esta señora para defenderse, ni mediáticamente ni públicamente. En enero de 2020 se inició todo. A ella se le llamó primero a testimonial, después a indagatoria, se le imputó y después fue a preliminar. Todo esto monitoreado por los medios y escuchando una sola campana”.
“Desde nuestro punto de vista, se inició mal el procedimiento, porque desaparecieron las joyas del señor Nicolás Latourrette Bo, para quien valían US$ 800.000”, refirió el abogado Said.
En otro momento agregó que, ya imputada la mujer, “el señor Latourrete nunca se percató que otras joyas fueron desapareciendo”. Posteriormente, los sospechosos en el proceso fueron sometidos a la prueba del polígrafo quedando como principal sospechosa en el caso, según dijo Said.
Said señaló que entre la desaparición de las joyas y el allanamiento en el departamento de Flora Giménez pasaron solo 15 días. En el sitio se halló en un rincón un mantel y en éste se encontraron joyas tipo bijouterie, una estrella de plata, ennegrecida y rota, además de caramelos viejos que fueron tomados como evidencias.
La mujer había señalado que ese mantel le habían regalado sus propios patrones y también solía llevar otros manteles para lavarlos.
Con relación a los artículos encontrados entre el mantel, Said señaló que eran bagatelarios y por esa razón “yo ofrecí la pericia avaluadora de estos. Uno de los peritos se excusó y otro al final suscribió lo que dijo el perito de la querella; dijeron que era una estrella de gran valor artístico”.
Cuestionó el hecho de que su defendida fue condenada a siete años, ante el caso de que “ninguna de las joyas denunciadas como robadas fue encontrada en su casa”, entonces, “no sé si se le condenó por esos objetos o por la presunción de que ella estaría involucrada en el robo”.