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Don Mariano Abreu (86 años), un ciudadano de Fuerte Olimpo, recuerda que antes la atracción total para cada Navidad eran los enormes pesebres que se armaban, casi en cada hogar de la comunidad.
“Cuando éramos niños, desde la tardecita y a partir del día 23 de diciembre, comenzábamos en grupo la visita a las casas donde estaban los pesebres, estos eran de gran tamaño y hasta pareciera toda una competencia por presentar el mejor pesebre”, dijo a nuestro corresponsal Carlos Almirón.
Recuperar la tradición
Explicó que las madres y abuelas se ingeniaban por conseguir los objetos para decorar, así por ejemplo se procedían a colgar por las ramas que se colocaban en los alrededores huevos de gallina y de avestruz; se les sacaba el líquido de adentro, y luego con pinturas que se elaboraban de ramas naturales, se procedía a pintar para que luzcan mejor, era todo un gran atractivo.
“Lastimosamente hoy en día ya casi no se realizan los pesebres, y si se realiza son muy pequeños, y nadie visita”, agregó.
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Para don Mario, la Navidad de estos tiempos son verdaderas fiestas paganas, dejando de lado lo religioso. Agregó que la mayoría de las celebraciones se concentran en las grandes fiestas que se realizan después de las 00:00, por lo que se está perdiendo lo familiar.
“Necesitamos recuperar la fe en las familias y hacer que la Navidad sea una fiesta familiar de esperanza en que vendrán días mejores”, afirmó.
Su deseo es que la Navidad sea un evento de reflexión y reencuentro entre los miembros de la familia, “reencauzar nuestra creencia en el Niño Jesús, y tener la oportunidad de reencontrarnos como verdadera familia, entre padres, hijos, hermanos y las parejas de matrimonio”.
Lamenta que el materialismo reinante en la sociedad actual, pareciera que hace difícil el reencuentros familiar, por lo que es urgente recuperar el amor a la verdadera Navidad, “donde recordamos el nacimiento del niño Jesús, y que sea signo de comprensión y ayuda mutua entre todos”.
Según don Mario, los adultos tienen una gran responsabilidad y deben inculcar a los hijos y nietos, aquellas tradiciones perdidas de las fiestas navideñas de antes, para darle el verdadero significado a esta fecha tan importante.
En otro confín de la patria, Ciudad del Este, donde hay una variedad cultural, las familias también recuerdan la Navidad. Pámela Alfonso, del barrio Boquerón II, relató a periodistas de la Redacción Regional, que proviene de una “familia pesebrera” y que hace 24 años arma su propio pesebre.
300 piezas
Unas 300 piezas aproximadamente, incluyendo personajes propios y ajenos al nacimiento de Jesús, forman parte de su enorme pesebre.
La misma relató que durante todo el año junta piezas y a inicio del mes de diciembre ya tiene un enorme montaje. Es el equivalente a seis pesebres de diversos tamaños, además de otros personajes bíblicos de diferentes materiales, entre los que predominan las piezas de porcelana y de barro.
Pamela contó que hace 24 años monta su pesebre y que cada año se agranda más, a pesar de que este año por motivo de salud tuvo que hacerlo más pequeño. Relató que toda su familia es “pesebrera” y que desde los 18 años hace su propia representación del nacimiento.
Hoy en día sus vecinos y familiares la visitan constantemente para conocer su pesebre e incluso tomarse fotos. Además sus familiares y amigos e incluso en su lugar de trabajo, siempre es la encargada de armar la escena, pues todos ya conocen la pasión con que preparo cada uno de ellos.