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El obispo de Villarrica, monseñor Adalberto Martínez instó a las autoridades que negociarán el Anexo C del Tratado de Itaipú a tener en cuenta ciertos valores, y así buscar una solución que beneficie al pueblo paraguayo. También a promover el bien común del pueblo, a escuchar el “clamor de los pobres y los más desprotegidos” por la patria. En ese sentido recordó que el mandato fundamental para el cristiano es amar a Dios y su prójimo.
Paraguay reivindica derechos sobre la mitad de la producción de energía que le corresponde en Itaipú y el pago de un precio de mercado por la energía cedida. De hecho, nuestro país ha aprovechado menos del 10% de la producción que acumuló Itaipú en 37 años de operación.
En total, la binacional produciría el año en curso 67.000 millones de Kilowatt hora (Kwh), Todo ese volumen que Paraguay no utilizará este año, 20.100 GWh, en la práctica seguirá regalando al vecino país, que paga un monto por “cesión” y no un “precio” propiamente dicho.
Mientras que Brasil les paga a Argentina y a Uruguay casi US$ 200 por Mega watt hora (Mwh), al Paraguay, en concepto de compensación por “cesión” de energía, abona US$ 10 por Mwh.
Como el anexo C del tratado de Itaipú se debe revisar cuando se termina de pagar la deuda de la binacional (según dice el tratado) y eso se cumpliría en 2023, es importante que las autoridades paraguayas negocien este 2021 con las brasileñas el pago del precio de mercado.
De ahí que el Monseñor mencionó que en la carta pastoral “Itaipú, una oportunidad de diálogo y concertación social para el bien común”, proponen algunas “virtudes”, que no se aplican únicamente al caso de la revisión del Anexo C. Se tratan de actitudes de compromiso social en todos los campos: reconciliación, discernimiento, audacia, fraternidad, fidelidad social, perseverancia, servicio, solidaridad. Es un llamado a asumir esos valores dentro de una opción fundamental por el diálogo en el marco de la búsqueda del bien común.
Asimismo, mencionó a María Felicia de Jesús Sacramentado más conocida como Chiquitunga como un testimonio de amor a Cristo y al prójimo. Colocó a la beata guaireña como modelo de Santidad para los jóvenes.
“Cuánta necesidad de fraternidad hay en el mundo, en el Paraguay y en nuestras comunidades de los departamentos del Guairá y Caazapá. La Iglesia en el Paraguay está iniciando el Año del Laicado, 2022, y acompaña a la Iglesia universal en el proceso sinodal que está en marcha desde este año 2021. Ambos acontecimientos en la vida de la Iglesia invitan a vernos como hermanos y actuar en consecuencia”, dijo Martínez.
La fiesta mariana culminó con la tradicional procesión náutica con la imagen de la Virgen del Paso por el río Tebicuarymí de Itapé, que fue acompañada por cientos de devotos que llegaron de distintos puntos del país. La novena en honor a la Tupãsy Paso inició el 09 de diciembre pasado y desde entonces muchas personas peregrinaron hasta el santuario natural para pagar sus promesas o encomendarse a la Virgen.