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En la plaza Teniente Fariña, a metros de la basílica de a Virgen de los Milagros de Caacupé, se encuentran vendedores de velas, tereré, fotos al instante y de talentos artísticos…
Cada uno tiene una historia que contar sobre cómo vivieron la pandemia y cifran sus esperanzas en que la vida ciudadana pronto se normalice para poder superar la crisis económica por el paro de actividades. Recién poco antes del inicio del novenario, con el levantamiento total de las restricciones por la pandemia pudieron retomar sus negocios.
Elena Acosta, una caacupeña que desde hace quince años se dedica a la venta de imágenes de la Virgen de los Milagros de Caacupé, rosarios, remeras, pantallas y otros suvenires o “Recuerdos de Caacupé, tiene su puesto a media cuadra de la plazoleta, sobre la calle Presbítero Ayala Solís, desde el 28 de noviembre, fecha de inicio del novenario en honor de Tupäsy Caacupé. Una novedad que ofrece este año son las “ollitas de la suerte”, que cuesta entre 15.000 y 20.000 guaraníes.
Mencionó que hasta cerca del mediodía de ayer las ventas no eran significativas con relación a años anterior. Hay mucha gente, pero al parecer escasea el dinero, porque compran lo más económico, comentó.
Entre los artículos más vendidos se encuentran las imágenes de la Virgencita, pero los más económicos, con precios de G. 15.000, 20.000, 30.000, 60.000. Una solicitaría figura de la advocación mariana cotizada en G. 200.000 se encontraba sobre una mesita, al lado de las ollitas de la suerte y arreglo rosarios que están a G. 10.000 y G. 20.000.
Las remeras Recuerdos de Caacupé para adultos vende a G. 35.000 y 40.000 guaraníes, mientras para los niños 20.000 y 25 guaraníes.
Chipa, butifarra y cocido
Miguel Olmedo, del barrio San Isidro, un barrio de la periferia de la zona urbana de la Caacupé, tiene un puesto a pasos del acceso a la explanada de la basílica. “Desde la cuna” se dedica a la venta de chipa, cocido y butifarra, ya que según comentó su tía Antonia Olmedo es la dueña de chipá Calí, con 85 años de vigencia. Su esposa le Laura León le acompaña en el negocio, resaltó.
La chipa está a 2.000, 5.000 y 10.000 guaraníes, dependiendo del tamaño. El cocido está a G., 3.000 y la butifarra a G. 2.000.
Comentó que desde que tiene uso de razón recuerda que los domingos, días de misas y el novenario en honor de la Virgen de los Milagros de Caacupé toda su familia se instala sobre la calle Presbítero Ayala Solís, a metros del acceso a la plazoleta, para vender los productos típicos de la zona. Confirmó que el visitante de Caacupé pide la butifarra con chipa, que saborea como un manjar.
Hasta las 11:00 aproximadamente ya había vendido 10 litros de cocido. Dijo que tenía cifrada su esperanza en mejorar las ventas entre la tarde y la noche de hoy, así como la madrugada y todo el día de mañana.
Lección de la pandemia
Miguel Olmedo dijo que la pandemia le enseñó la importancia del ahorro. Comentó que cuando todo quedó paralizado con la cuarentena total rompió su alcancía de barro con monedas de G. 1.000 y descubrió que pudo juntar G. 5 millones. Con esto pudo sobrevivir tres meses, junto con el subsidio estatal Pytyvö.
Luego se dedicó a la venta de tereré y pohä ro’ysa y después trabajó en la chipería de un familiar en Luque, donde pudieron hacer ventar casa por casa y delívery. De esa forma pudo sobrevivir junto a su esposa y sus tres hijos que dependen de los ingresos que él consigue.
“Tuve un mes de desesperación y luego me ingenié para conseguir ingresos para subsistir junto con mi familia”, comentó.
Espera que no haya retroceso en la lucha contra el covid-19 en nuestro país, que no seamos afectados por la familia “tercera ola” el nuevo coronavirus.
Renuentes a usar tapabocas
“Usá tapobocas Juntos nos cuidamos” se denomina una campaña de la Secretaría de Emergencia Nacional (SEN) en las calles adyacentes del santuario de la Virgen de Caacupé. Comenzó el 28 de noviembre, en coincidencia con el inicio del novenario.
Axel Parra y Júnior Mendieta, cada uno un cartel bien visible, comentaron que trabajan en equipos; el primero estuvo del 28 de noviembre al 4 de diciembre. Ellos son del relevo, que iniciaron las tareas el 5 de diciembre y estarán hasta el 9 de diciembre.
Parra comentó que lamentablemente los peregrinos se rehúsan a usar el tapabocas; algunos tienen en la barbilla y otros directamente no utilizan. Se colocan en el momento en que se les pide para que puedan ingresar a la explanada y al alejarse del puesto de control retiran nuevamente. Algunos desvían al ver los carteles.
Tienen el apoyo de la Policía Nacional para tratar de convencer a las personas de la importancia de la utilización correcta de las mascarillas para evitar el contagio del nuevo coronavirus, dijo Mendieta.
A metros se colocó Gerardo Andrés Peralta con un compañero. Algunas personas, en especial jóvenes, les intimidan cuando les piden que se coloquen el tapabocas, mencionó el funcionario.
Para concluir la tarea, el jueves realizarán la limpieza completa de la ciudad, comentaron los jóvenes.
Santa Claus
Entre tantos personajes, en Caacupé llegó Papa Noel, interpretado por Oscar Cristaldo, que desde Ciudad del Este se trasladó para procurar mejorar su economía. El carismático personaje que hace cuatro años comenzó a disfrazarse de Santa Claus, se instaló en la plaza Teniente Fariña para alegrar a los niños, vender su imagen para fotos del recuerdo s G 5.000 y también gorros navideños a G. 10.000.
Comentó que desde domingo 5 de diciembre se encuentra en la villa serrana para aprovechar la concurrencia de devotos y estará hasta mañana al mediodía.
“Hay muchos paparazzis” en Caacupé, comentó en tono jocoso. También pidió el auspicio de ABC para rearmar su trineo “porque se le escaparon sus renos” durante la pandemia.
Tereré ro’ysa porä
A metros de Papá Noel se encontraban los puestos de “fotos al instante”, de venta de velas y de tereré. María Catalina Acosta Paredes, del barrio Kennedy de Caacupé, se dedica a la venta de tereré durante a festividad de la Virgen de los Milagros de Caacupé, incluido el octavario.
En una mesita tiene remedios yuyos, agua fría, hielo; jarras, guampas y bombillas de plástico que llevan prestado los clientes que se acomodan en alguna parte de la amplia plaza Teniente Fariña. “Cuesta 10.000 guaraníes el equipo completo”, comentó al referirse al tereré con los implementos prestados más la yerba, que luego de ser utilizado debe ser devuelto por el comprador.
Lastimosamente no toda la gente tiene la suficiente honestidad para devolver el equipo. En la mañana de ayer dos personas no retornaron, lamentó.
Su medio de sustento habitual es la reventa de verduras, que aunque es sacrificado por las recorridas que realiza junto a sus hijas menores, le permite cubrir las necesidades básicas de su familia, dijo.