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Al inicio de la audiencia, la jueza especializada Mychelle Cintra Pacheco sorteó, de forma electrónica, a los siete miembros del Tribunal do Júri o Tribunal Popular que tienen a su cargo declarar culpable o no a Flavio Acosta dentro del juicio. Estos fueron elegidos de una lista de 50 personas que fueron anotadas previamente y están a disposición para este tipo de diligencias.
Posteriormente la magistrada advirtió que los miembros, hasta que no acabe el juicio, quedarán incomunicados y no podrán salir tampoco, ni ver televisión, y tampoco hablar entre sí. De hecho, para realizar consultas en caso de tenerlas, se les entregaron hojas blancas y bolígrafos para que las anoten y luego sean transmitidas a Cintra, quien hará las preguntas.
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Rastreo de los supuestos autores
En el desarrollo del juicio a Flavio Acosta Riveros, primero prestó declaración, por videoconferencia, el subcomisario Rogelio David Sosa, quien actualmente cumple funciones en el Departamento contra el Crimen Organizado, pero cuando ocurrió el doble homicidio estaba asignado al Departamento de Investigación de Homicidios.
Primeramente, Sosa señaló que no conocía a Pablo Medina y tampoco el trabajo que venía realizando con relación a las denuncias sobre la actividad del Clan Acosta, pues luego de ser informado del homicidio, se trasladó de Asunción a Canindeyú, unos 400 kilómetros.
El fiscal Lucas Cavini interrogó a Sosa, quien fue asistido por dos traductores, uno para trasmitir al español las consultas y otro para elevar las respuestas en portugués. El agente público consultó al policía cómo definieron las responsabilidades de cada uno de los procesados, Flavio Acosta Riveros, Wilson Acosta Marques -también preso en Brasil-, y Vilmar “Neneco” Acosta, condenado a 39 años en Paraguay.
Sosa manifestó: “Distribuimos grupos de trabajos para colectar elementos, con personas de la zona” y “en conversación con estas, que prefirieron omitir sus datos por miedo a la familia (Acosta)”.
Según el relato del subcomisario, Flavio vio pasar a Pablo Medina en su camioneta y fue cuando preguntó si él era Pablo, después de confirmar su identidad se alejó de las personas e hizo uso de su teléfono. Pero esas personas que señalaron esto “no pudieron dar fe de con quién habló”, indicó Sosa.
En cuanto a la investigación, Sosa señaló que él no fue encargado de realizar el cruce de llamadas sino que fue su colega, el oficial inspector Marcial Castillo. En cambio, sí pudieron ubicar a Flavio en la zona, lejos de donde fue asesinado Pablo Medina, a través de la antena celular, y a Wilson Acosta Marques le identificó a través de una fotografía la sobreviviente del hecho.
También declaró que en ese momento Vilmar “Neneco” Acosta era intendente de Ypejhú y él fue señalado como el mandante, mientras que Wilson y Flavio como ejecutores del crimen. En busca de estos “se hicieron varios allanamientos en la casa de Flavio, en la casa de Vilmar, incluso en la colonia indígena donde presumíamos que estaban escondidos”, expresó.
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En otro momento, el subcomisario manifestó: “Procedimos a la búsqueda de los mismos en la zona de Villa Ygatimí y de Ypejhú, donde se hicieron varios procedimientos, pero no los encontramos”. Los Acosta habían escapado, a través de la frontera seca, al Brasil, donde fueron detenidos en distintas oportunidades y circunstancias.
Molestias por publicaciones
La segunda persona que prestó declaración también por medios telemáticos en el juicio fue la jefa del área Interior de ABC, Magdalena Benítez, quien manifestó con relación a Pablo Medina lo siguiente: “Fuimos compañeros de trabajo, fui su jefa hasta que falleció. Nuestra comunicación era fluida. Él fue nuestro corresponsal durante 16 años en la zona de Canindeyú”.
El fiscal Cavini le consultó antes de ahondar en datos si “tiene miedo de declarar ante el acusado”, a lo que la periodista señaló: “Sí le temo, pero no tengo problemas con que me vea o participe, porque hay formas de que me contacte”.
En cuanto al trabajo de Medina en la zona baja de Canindeyú, Benítez declaró que él “hacía temas de economía, deportes, pero era muy buen investigador. Hacía materiales que comprometían a la mafia y a los criminales de la zona, conocida como zona roja por la operación de grupos criminales que se dedican al narcotráfico y plantación de marihuana, así como de sicarios que operan en la frontera entre Paraguay y Brasil”.
Agregó que lo que más molestaba a los integrantes del clan Acosta era que “Pablo Medina publicó algunas noticias denunciando a la familia Acosta relacionada al narcotráfico y algunos casos de asesinatos”. En ese sentido, “en 2010 veníamos publicando materiales firmados por Pablo Medina sobre crímenes relacionados a grupos criminales, entre ellos el Clan Acosta, liderado por Vilmar Acosta”.
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Benítez citó un hecho registrado entre los años 2010 y 2011, cuando hubo un procedimiento policial-fiscal en la casa del padre de Vilmar Acosta, donde se hallaron restos humanos. Por este hecho fueron presos tanto Vilmar como su papá, el primero era intendente de Ypejhú durante esa época.
Aquel hecho “se publicó ampliamente con su firma (de Pablo Medina) e incluso se hizo un seguimiento, de cómo era el manejo y todo el proceso judicial que tuvo”, explicó Benítez.
La periodista señaló que Pablo recibía constantes advertencias y amenazas. Incluso, en 2013 fue sacado de la zona ante estos hechos y cuando volvió luego de la segunda vez que lo quitaron de Canindeyú, fue con la promesa de contar con protección policial, pero no había confianza hacia la policía.
Unos 10 días antes del homicidio de Pablo Medina, uno de sus informantes fue acribillado y seis meses después del crimen de nuestro corresponsal y su acompañante, la madre del mismo falleció a consecuencia de la tristeza, pues Pablo era el tercer hijo que era ejecutado en la zona.