Cargando...
El religioso Miguel Fritz criticó duramente a los gobernantes de turno y dijo que “no son agradables a los ojos de Dios ni viven santos e inmaculados ante Dios los que emplean violencia, criminalizan a los que luchan por sus derechos legítimos, se aprovechan de la pobreza y miseria de sus prójimos, practican la corrupción y denigran a los que son diferentes”.
Lea más: Protagonismo del laico será tema de las festividades de Caacupé que comienzan hoy
De la santa misa participaron varios pueblos indígenas que tuvieron participación en el grupo de liturgia. La reflexión de Fritz fue en defensa de los derechos de los mismos, así como también de las familias campesinas que luchan por la obtención de tierra. En su prédica, pidió respeto hacia los nativos y que los mismos no sean tratados con un lenguaje despectivo, especialmente por los medios de comunicación.
Indicó que “preocupa ver cuánta gente no puede lograr tener los necesario para vivir decentemente” y lamentó que los “estudiantes queden sin la necesaria educación”.
Instó a todos, especialmente a los gobernantes de turno, a acompañar a la gente del campo, a reflexionar sobre la problemática de la tierra, a crear conciencia y asistir a las víctimas de injusticia, además de la urgencia de impulsar un proyecto para promover la reforma agraria.
Lea más: “La propiedad privada no es un derecho absoluto”, afirma sacerdote
También criticó a las personas que se rehúsan a cumplir con el protocolo sanitario para evitar la propagación del COVID-19.
Exigió derogación de ley
El sacerdote Miguel Fritz se mostró sumamente molesto por la modificación de la Ley 6.830/21, en su artículo 142, que dice que a partir de ahora castigará con pena carcelaria de seis hasta diez años de prisión a todo aquel que ingrese sin autorización y con violencia a un inmueble ajeno y cause daño patrimonial.
“Se promulga en tiempo récord y bajo presión una ley, la Ley 6.830, que se presta a criminalizar a indígenas y a campesinos que luchan por su derecho a un pedazo de tierra, reconocido por la Constitución Nacional, bajo el pretexto de protección de la propiedad privada. Exigimos que se derogue esta ley”, expresó con énfasis. Los presentes ovacionaron al predicador.
En su homilía también dijo que aquellos que opinan que “los indígenas ya tienen más tierra de la que necesitan, sea dicho que con 1.163.127 hectáreas, todos los indígenas el Paraguay no disponen ni del 3% del territorio nacional, o sea, ni lejos lo que sería su derecho según la Constitución, mientras que 12.000 personas son dueñas de 30 mil hectáreas. Exigimos que cesen los desalojos”, manifestó Fritz.
Expresó además que es una “vergüenza nacional” que las más de 400 comunidades indígenas del país aún no tengan regularizadas la tenencia de sus tierras, al igual que las 300.000 familias campesinas “que no poseen ni 1 cm cuadrado de tierra propia. Exigimos una reforma agraria verdadera”, exhortó.
El hambre de los agroempresarios
Miguel Fritz se refirió también al drama del desalojo, que empeora constantemente “porque el hambre de tierra por parte de los agroempresarios es insaciable”.
“Da pena y vergüenza que tenemos que volver a mencionar eso año tras año. Indígenas y campesinos despojados de su tierra, despojados muchas veces sin piedad y con violencia. Hace un poco más de una semana el cruel desalojo de la comunidad Hugua Po´i, en Raúl Arsenio Oviedo. Es llamativo que hay cientos de policías para tales desalojos, mientras que en nuestros barrios urbanos la gente se queja de la falta de seguridad”, expresó de manera tajante.
El religioso también recordó la situación que atraviesa la comunidad indígena Ka´a Poty, “donde una superposición de títulos les deja desprotegidos”, sostuvo. Agregó además que “la justicia que consiguieron es solamente parcial, por la que el 40% de su propiedad se les devuelve”, dijo.
Envenenamiento del medio ambiente
Otro punto de reflexión fue la situación amenazante para el medio ambiente y al respecto el religioso dijo que, a pesar de atravesar por “nuevos récords de temperaturas, prolongación de sequías, los bajos niveles de los ríos” no parecen preocupar al pueblo paraguayo, ya que se siguen desmontando los montes especialmente en el Chaco, en cuya “región Oriental ya no hay mucho que desmontar”, expresó. En este sentido también preocupa al sacerdote el envenenamiento casi de forma natural, del aire, tierra y agua.