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Cerca de las 9:00 de este jueves se confirmó que la identidad de las tres víctimas fatales tras la caída de un helicóptero en la Base Aérea de Ñu Guasu. Los fallecidos son el mayor Gustavo Rafael Velazco Acosta, de 41 años; la teniente Andrea Larissa Cubilla Aguayo, de 31 años; y el suboficial Gustavo Ramón Arzamendia Rolón, de 45 años.
Las víctimas fatales iban en un vuelo de práctica y el instructor era el mayor Velazco Acosta, quien según cuentan sus compañeros tenía más de 2.000 horas de vuelo en helicóptero y formó a numerosos pilotos a lo largo de los últimos años. Era padre de tres hijos y el menor tiene apenas 9 años.
En su extenso currículum, figura que era piloto aviador militar y de helicópteros, además de instructor. Llegó a ser jefe del Grupo Aéreo de Helicópteros (GAH), de relaciones públicas y hasta comandante del Escuadrón Aéreo de la misma unidad.
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Por su parte, la teniente Cubilla era piloto aviador militar pero estaba en proceso de formación para convertirse en piloto de helicóptero.
Se encontraba en plena instrucción en el momento del percance. Según contaron sus allegados, recientemente prestó servicio en la Base Aérea de Pratts Gill, donde por más de ocho años estuvieron trabajando solo hombres. La joven deja huérfana a una pequeña niña de solo 3 años.
Mientras tanto, el tercer fallecido, Arzamendia Rolón, era un suboficial técnico en aviación militar que acompañaba el vuelo como parte del protocolo dictado dentro de la Fuerza Aérea para este tipo de sobrevuelos de formación. Según su hoja de vida compartida desde el área de Comunicación de la FAP, era reparador de helicópteros y mecánico navegante del mismo tipo de nave.
En las redes sociales, familiares y amigos de los fallecidos los recordaron como excelentes profesionales y con mucho potencial para ofrecer. El pesar por la pérdida inundó a todos los estamentos militares.
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Según comentaron fuentes cercanas, la tripulación se encontraba formando a alumnos en el marco de la necesidad de más pilotos de helicópteros, sobre todo para trabajar en el norte del país para combatir a los grupos criminales.
Las víctimas se encontraban en una aeronave UH-1H, con matrícula FAP H-0433, que quedó completamente destruida. La misma formaba parte de la flota donada por Taiwán al Paraguay, en la cual ahora solo quedan seis disponibles tras el siniestro.
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