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Aún así, hoy luce con más cabello, con la mejilla rosada, y ha renacido en ella la esperanza de seguir contando muchas historias a sus dos hijos, pero este deseo se desvaneció el martes de la semana pasada.
Tras las 16 sesiones de quimioterapias, que inició en el mes de julio del año 2020 y que culminó el 16 de diciembre del mismo año, tuvo que someterse a la primera cirugía en el mes de enero de este año. Sus dos senos fueron operados en ese entonces. Al mes siguiente, cuando recobraba fuerzas se le sugirió una nueva operación en la mama izquierda. Los médicos consideraron realizarle una mastectomía a fin de salvar su vida. Un mes después, inició con las sesiones de rayoterapia, que en total fueron 25, y que se realizó de lunes a viernes, sin darle tregua a la enfermedad.
Volvió a repetir todos los exámenes y le encargaron hacer un tratamiento de quimioterapia en forma oral. Nancy, debe asistir a sus controles con la oncóloga y el mastólogo cada tres meses, al menos por ahora hasta que los médicos escojan otras opciones. Al tener estas orientaciones su reposo médico se acabó. Por lo tanto, su última estadía por los hospitales corría hasta el 25 de octubre de este año.
Entonces, volvió a la rutina desde el 26 de octubre. Esta apertura médica le daba luz verde para volver al trabajo, aunque los roles que desempeñaba los seguía cumpliendo aún en pleno tratamiento, y desde la distancia. Pero una gran sorpresa se llevó en su trabajo cuando la mandaron llamar para ofrecerle un cheque de indemnización por sus años de servicios en el Grupo Fabiola S.A., firma en la que se desempeñaba como encargada del departamento de crédito y cobranzas de las cuatro empresas que lidera la firma, ademá, de encargarse del cobro de los alquileres que el dueño le encomendaba.
“Me sentí discriminada”
Nancy nos contó que se sintió violada en todos sus derechos y además discriminada más por la condición en la que se encuentra. Dijo que era el momento en el cual ella necesitaba de la empresa, así como ella estuvo en los momentos que se requería cumplir a cabalidad con todas las responsabilidades que implicaba sus labores. “Me sentí discriminada y muy indignada, porque no elegí esta enfermedad. Le dije a mis ex jefes, esto a cualquiera le puede tocar. Me sentí traicionada por mi ex jefa, porque hasta el último momento me decía -no te preocupes por tu puesto de trabajo-”, recordó.
Comentó que siempre colaboró en todo, aunque se encontraba en pleno tratamiento, y le sorprendió la actitud que tomaron con ella. “Cuando debía estar tranquila, porque había superado un año doloroso, pesado y muy difícil. Ellos me desmoronaron, sabiendo que hace 11 años soy mamá y papá de dos hijos y que necesito de Instituto de Previsión Social (IPS) para seguir mi tratamiento. Ellos me soltaron la mano cuando más necesitaba”, lamentó.
Su historia en las redes
Nancy compartió su dolor en la red social de Facebook. Dijo que lo hizo en nombre de todas las mujeres que sufrieron y sufren discriminación por la condición en la que se encuentran. Apela a la conciencia de las personas para que todos sean más humildes y sensibles ante el dolor ajeno. Dijo que no solo hay que publicar versículos bíblicos y hablar de Dios, sino que se debe obrar bien y hacer el bien.
Animó a todas las mujeres a luchar, a tener actitud positiva, ya que es muy importante en el proceso de la enfermedad, y que ante todo nunca pierdan la fe y siempre crean en Dios. Ahora espera pronto volver a trabajar y que en el proceso de la búsqueda pueda coincidir con personas justas, de buen corazón y empáticas.