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Los buenos resultados indican que la tierra del lugar es apta para el desarrollo de esta especie frutal; sin embargo, reclamó que falta apoyo técnico y financiero para producir a mayor escala.
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Altamirano explicó que años atrás, decidió incorporar la piña como rubro de renta en una pequeña parcela. A pesar de no poseer conocimientos previos, la experiencia fue muy positiva, lo que motivó al labriego a seguir trabajando con esta variedad. Dijo que por ahora su mercado se reduce a Laureles, ya que los vecinos del lugar, adquiere la totalidad de su producción.
El agricultor apuesta a la diversificación en su chacra, cultivando además de la piña, mandioca, sandía y zapallo. En este año también ha sumado la papa que le permitirá generar mayores ingresos para el sostenimiento de su familia.
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El cultivo de la piña es un rubro poco explotado en el Ñeembucú, mientras que la papa ha venido ganando terreno, gracias a los resultados positivos de los que vienen experimentando con el tubérculo.
“La agricultura de Ñeembucú va buscando alternativas desde hace décadas por la desaparición del algodón, que ya no representa un rubro rentable para los productores del duodécimo departamento”, expresó finalmente el productor.