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Pablo Kennedy, jefe regional del Senepa, dijo que los relevamientos de estos datos se hacen tres veces por año, pero que ahora lo realizaron por primera vez debido a un retraso por la pandemia y los números no son alentadores. Un buen porcentaje de las casas visitadas posee criaderos “útiles”, es decir, reservas de agua en tambores, bidones o bebederos de animales y agua que se utiliza domésticamente, pero infestados con larvas.
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La situación puede ser más preocupante si las lluvias comienzan, algo esperado este mes, pues podrían multiplicarse rápidamente los criaderos dando paso a una nueva epidemia de dengue, que antes de la pandemia por Covid-19 era uno de los problemas de salud pública más frecuentes y difíciles de manejar.
“La gente sabe lo que debe hacer y no lo hace (...) son cosas que repetimos todos los años, ahora hay sequía, pero igualmente no se cuidan los recipientes en donde se acumula agua ni se toman precauciones”, recalcó Kennedy. Respecto a las cuadrillas operativas, refirió que recién para los primeros días de noviembre se estaría nuevamente contando con funcionarios que apoyen los trabajos de eliminación de criaderos, ya que en todo el departamento se cuenta con muy poco personal y se debe solicitar de otras zonas.
Se reitera y alienta a la ciudadanía a no bajar la guardia y eliminar diariamente criaderos y potenciales criaderos en los domicilios y lugares de trabajo.
Es imprescindible desechar con la basura todo objeto en desuso que pueda convertirse en un criadero del mosquito. Estas acciones deben intensificarse, atendiendo a que el sistema de salud en el Chaco no está preparado para una sobrecarga de casos y recordando que aún estamos en fase de la recuperación post-pandemia del Covid-19.