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Desde el otro lado de unos cristales polarizados, al menos tres agentes observan al viandante. No se le vaya a ocurrir cruzar el umbral que divide a los mortales del paraíso de los más ricos. No hay un solo cartel que indique el destino hacia el que desemboca el puente que vigilan, la única salida y entrada a la isla más codiciada de Miami. Y aunque todo en este destino parezca oculto para los de fuera, una patrulla diferente a las demás los delata. Nadie, excepto los millonarios o sus amigos, son bienvenidos a la isla de Indian Creek. El búnker de los más ricos y el refugio millonario de Julio Iglesias.
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El cantante español (Madrid, 78 años) puso de moda entre los más adinerados esta isla al norte de Miami Beach, con salida al Atlántico y a la bahía Vizcaína, vistas al skyline del centro de la ciudad y la seguridad más absoluta: una policía privada que controla el paso por tierra y mar de cualquier curioso. Un terreno de poco más de un kilómetro cuadrado, coronado por un club de golf que data de los años treinta, donde hay estos días construidas 31 mansiones mirando al mar, flanqueadas por enormes palmeras que impiden divisar tras ellas a los más ricos del mundo mientras se refrescan en lujosas piscinas o playas artificiales con arena rosa traída de las Bahamas. Con muelles privados y yates de lujo en la puerta de su casa. El lugar, que no cuenta con tiendas, hoteles, supermercados ni nada más que estas exclusivas casas, ha estado incluido entre los más caros de Estados Unidos.
Iglesias se ha convertido en el rey indiscutible del búnker de los millonarios. Ha llegado a invertir una fortuna que asciende a cerca de 112 millones de dólares en cinco propiedades, según el valor de mercado actual de las casas del registro oficial del condado de Miami-Dade. Pero su nombre no aparece en el registro de la propiedad porque está oculto detrás cinco sociedades registradas en Islas Vírgenes Británicas. Los documentos que acreditan que es el beneficiario de estas compañías son parte de los Pandora Papers, un trabajo periodístico coordinado por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) y basado en el análisis de los documentos de 14 despachos legales repartidos en todo el planeta. Los documentos abarcan cinco décadas de registros, entre los años setenta y 2020, y permiten reconstruir las operaciones financieras de políticos, multimillonarios, criminales y deportistas de élite en países y territorios que suelen ser considerados paraísos fiscales por la confidencialidad y los bajos impuestos que ofrecen al capital extranjero.
Julio Iglesias está vinculado a 20 sociedades creadas y gestionadas por Trident Trust, uno de los 14 proveedores de servicios offshore al centro de la investigación. En 16 de ellas es beneficiario junto a su esposa, la holandesa Miranda Rijnsburger; otras 4 solo están a su nombre. Además de las cinco propiedades en la isla, las sociedades se han utilizado para adquirir seis propiedades más modestas en Miami, todas cerca de la entrada a Indian Creek, en el barrio de Surfside, por un valor total de casi cuatro millones de dólares. Con una de ellas, G-450 Holding Limited, es dueño de un avión privado. La mayoría de las sociedades están controladas por un fideicomiso, el instrumento más opaco para controlar bienes en el extranjero, el Julio Iglesias de la Cueva Revocable Trust. Se creó en 1995 en Islas Vírgenes Británicas con la finalidad de gestionar los activos de Iglesias “a efectos de sucesión”.
Iglesias, cuya fortuna Forbes estima en 800 millones de euros, es uno de los pocos millonarios con tal cantidad de empresas offshore, algunas de ellas fundadas desde finales de los 90. Es posible que algunas de las filtradas por una serie de correos entre sus abogados y el despacho Trident Trust entre 2017 y 2018 hayan sido cerradas después, pero demuestra una intención clara de la manera opaca en la que decidió mover su dinero a cambio de beneficios fiscales.
El intérprete de La vida sigue igual o Me va, me va, considerado el músico hispanohablante que ha vendido más discos en toda la historia, unos 350 millones de copias, no tiene una residencia fiscal en España desde 1978, según declaraba su representante Juan Velasco, en una entrevista a este diario. Y se convirtió en el pionero de una tanda de artistas españoles que decidió mover su residencia a Miami, como Alejandro Sanz en los 2000 o ahora Rosalía. “Nunca he dejado de pagar ni un puñetero impuesto en ningún lugar del mundo, donde canto, pago mis impuestos”, espetaba Iglesias al periodista Jordi Évole en una entrevista concedida en 2015.
La dinámica para la compra de los terrenos en Indian Creek parece la siguiente: se funda una sociedad limitada en un paraíso fiscal y a través de ella se hace la compra de los terrenos, valorados en hasta 25 millones de dólares el puro lote sin construir de unos 7.400 metros cuadrados.
La isla acaparó todos los focos en diciembre de 2020. Cuando Donald Trump se aferraba al cargo de presidente y renunciaba a admitir su derrota en las urnas y medio mundo agonizaba por casi un año sin tregua de pandemia, su hija Ivanka y su yerno Jared Kushner, reorganizaban su patrimonio. Uno de los lotes baldíos de Iglesias se vendía a la famosa pareja por el precio de 32.179.000 dólares —cantidad oficial registrada por el Condado de Miami-Dade—, según informó la prensa estadounidense, aunque los registros de propiedad todavía no publican el nombre del último dueño de esa tierra.
El terreno coincide con las cuatro parcelas que posee Iglesias sin construir en la zona más privilegiada de la isla, la que disfruta de la vista más exclusiva hacia el centro de Miami. En el año 2008 se compró la mansión del número 30 y, en 2017, pidió 150 millones de dólares por el lote de cuatro parcelas vacías cerca de su propiedad, que juntas daban acceso a casi 250 metros de salida al mar. Uno de esos terrenos es el que los medios locales, como el South Florida Business Journal, aseguran que ha comprado la hija del expresidente.
El miércoles de la semana pasada un camión de construcción esperaba a las puertas de la entrada del puente su acceso hacia la isla. Los vecinos especulan que Ivanka vive cerca, en un edificio en Surfside, mientras se construye su mansión del otro lado del mar. Aunque también en 2020 otra cara conocida adquirió un terreno similar: la supermodelo Gisele Bündchen y su esposo, la estrella del fútbol americano Tom Brady, se hicieron con el número 26, que contiene una mansión que pretendían demoler para construirse otra casa ecológica y sostenible, tal y como anunciaban varios medios estadounidenses en diciembre pasado. Este pedazo de tierra fue vendido en octubre por 17 millones de dólares.
El rincón más exclusivo de Miami
Miembros de familias reales de Oriente Medio, entrenadores deportivos, millonarios europeos, grandes empresarios y célebres artistas son algunos de los habitantes de este privilegiado búnker. Entre quienes viven en las mansiones de estilo mediterráneo de la isla están las supermodelos Adriana Lima y Elle MacPherson; el ex CEO de la cadena de ropa Sears, Eddie Lampert; o el empresario e inversor Carl Icahn, de 84 años, cuya fortuna se estima en más de 11.700 millones de euros, uno de los 100 hombres más ricos del mundo y gran filántropo. También vivió en la isla el exjugador y exentrenador de fútbol americano Don Shula, fallecido en mayo de 2020, y, durante un tiempo, la artista Cher, el cantante Ricky Martin y el matrimonio formado por los artistas Beyoncé y Jay Z, que vendieron su casa por unos nueve millones de dólares a un adinerado holandés.
“Se trata del rincón más exclusivo y privado de Miami”, asegura desde su oficina en Miami Beach el agente inmobiliario experto en el mercado de lujo Kevin Kavanaugh. “Mientras que el mercado de lujo de nuevos edificios fluctúa cada año, según la moda de vivir en uno u otro penthouse, el de las mansiones es un negocio estable, que crece cada año. Un bien seguro”, añade Kavanaugh.
El agente explica que para adquirir una propiedad en una isla exclusiva como Indian Creek el futuro residente debe cumplir ciertos requisitos, además de ser millonario. “Por ejemplo, que no tenga antecedentes penales”, apunta Kavanaug. Pues por dinero, uno de esos lotes podría haber sido comprado por el mismísimo Pablo Escobar o Joaquín El Chapo Guzmán. Incluso entre los más ricos existen clases. También hay que pagar cuotas que van desde los 100.000 dólares al año por la membresía y otros 250.000 para financiar el exquisito mantenimiento. Algo similar sucede con otra de las islas más lujosas de Miami: Star Island.
Los millonarios se han refugiado en sus búnker mientras Miami observa la llegada de nuevos adinerados a sus tierras, no tan seducidos por las mansiones de estilo mediterráneo como por una buena conexión Wifi y vistas a partir del piso 50. Kavanaugh destaca la oleada de inmigración interna que ha recibido la ciudad durante la pandemia, especialmente los emprendedores tecnológicos de Silicon Valley y los zares de las criptomonedas, que han encontrado en este rincón sureño del país un paraíso de sol y playas donde vivir y trasladar su oficina.