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Según el Informe “Invisibles a plena Luz. Uniones tempranas y forzadas en Paraguay”, el matrimonio o la unión de una niña o una adolescente con un hombre adulto tiene un comportamiento similar al criadazgo, en el que la familia de origen entrega a la niña o adolescente –esta vez a una persona que será su pareja–, situación que adquiere mayor gravedad, por las consecuencias de la exposición a diversas formas de violencia, incluyendo el abuso sexual. A pesar de ello, esta práctica sigue dándose, debido a las convenciones sociales y culturales que la normalizan.
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En lo que respecta al impacto educativo, algunas niñas y mujeres en unión siguieron y siguen estudiando, pero con mucha dificultad. La mayoría abandonó la escuela o el colegio al unirse –con mayor razón en caso de embarazo–, y cuando se les pregunta si cambiarían algo respecto a su decisión de unirse, responden que desearían haber culminado antes sus estudios.
Las niñas y adolescentes unidas se ven ante la necesidad de asumir las responsabilidades domésticas y de cuidado de sus hijos en condiciones de precariedad y con poca experiencia previa en este tipo de actividades.
Incluso hay situaciones en las que deben asumir tareas para cubrir necesidades de otros miembros de la familia, cuando, por ejemplo, se trasladan a la casa materna de la pareja. Sumado al trabajo doméstico, al trabajo informal y a las tareas de cuidado de los hijos, estas niñas y adolescentes experimentan aislamiento social, falta de momentos de recreación, pérdida del grupo de amigas y amigos, entre otras situaciones.
Pasan la mayor parte del tiempo encerradas en sus casas, tratando de sobrevivir con los escasos recursos disponibles, y sometidas a las expectativas de sus parejas y de la sociedad, que las obligan a asumir un rol de “señoras”.
“El matrimonio infantil y las uniones tempranas y forzadas restringen las oportunidades de un desarrollo integral, profundizando la desigualdad. Cuando las condiciones de pobreza y exclusión de las familias son extremas, el problema del matrimonio infantil y las uniones tempranas y forzadas puede ser visto como una solución”, revela el informe.
Las autoridades presentes manifestaron que hay avanzar hacia los otros contextos para armar de manera articulada, programas de protección e ir luchando contra este mal y evitar que se convierta en algo endémico.
Casi 17 mil uniones forzadas en 2017
En el 2017, unas 700.000 personas en el país conformaban el grupo etario de 13 a 17 años, de las cuales 16.589 reportaron estar unidas o casadas (INE, 2017), siendo mayor el número de niñas y adolescentes (13.563 personas, que representan el 81,8 % de este grupo, y de las cuales el 62,9 % reside en zonas rurales del país).
La encuesta MICS (2016), por su parte, permite aproximarse al fenómeno de los MIUTF en personas dentro del rango etario de 15 a 19 años. Entre las mujeres de este rango de edades, el 16,1 % reportó estar casada o en unión, y esta cifra asciende a aproximadamente una de cada tres entre las que alcanzaron hasta el nivel primario de educación (1º y 2º ciclos de la Educación Escolar Básica) y entre las pertenecientes a etnias indígenas (36,6 % y 30,8 %, respectivamente). Asimismo, una de cada cuatro mujeres (25 %) de 15 a 19 años de edad en el quintil más pobre reportó estar casada o en unión.
Embarazo pobreza y abandono escolar
El estudio revela además la estrecha relación entre las uniones tempranas y el embarazo, la pobreza y el abandono escolar, factores que condicionan el desarrollo de la vida de miles de niñas y adolescentes. Los hallazgos son un llamado de atención sobre la necesidad de erradicar este problemática cuya práctica es aceptada y ha sido normalizada en amplios sectores de la sociedad.
La presentación estuvo a cargo del Fondo de Población de las Naciones Unidas y Plan International contó con el apoyo del Ministerio de la Niñez y la Adolescencia. La investigación fue implementada en Asunción y en los departamentos Central, San Pedro, Caaguazú, Alto Paraná y Amambay.