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El VMME atribuye esta reducción a la “caída de la producción primaria de energía, que se redujo un 7,9% y a la contracción de las importaciones “principalmente de derivados del petróleo”, cuya adquisición en 2020 bajaron un 6,5%.
En lo atinente al consumo final de energéticos, el viceministerio endilga la responsabilidad del hecho a la reducción “cercana al 8%” en la demanda de productos derivados del petróleo, y del 4,2% de productos de la biomasa”.
Luego de un punto seguido, los técnicos que elaboraron el informe recuerdan que el consumo de electricidad creció 6,9% en el lapso de referencia. Tasa relevante sin dudas para este renglón, pero que no debe obnubilarnos, porque en el esquema de aprovechamiento final de los energéticos, vemos que a la electricidad corresponde solo el 19%, en tanto que la biomasa y a los derivados del petróleo ocupan la franja del 81% faltante.
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Menor demanda de diésel y gasolina
Detalla el informe que la menor importación de los derivados del petróleo se explica con su “menor demanda” en 2020, principalmente del diésel y la gasolina motor con relación a las adquisiciones de 2019. Añaden que este comportamiento, tanto del gasoíl como de la nafta, tienen mucha relación con los niveles de actividad del transporte “en todas sus modalidades”.
En cuanto al consumo final de este renglón, subrayan que la tasa de decrecimiento del diésel fue del 3%, en tanto que la de la gasolina motor fue del 14,3%, y la excepción: el consumo del gas licuado de petróleo, que mantuvo “niveles muy similares a los del 2029”.
Acerca de los motivos de esta contracción, explican que están “altamente” vinculados con el impacto del covid-19 en 2020, “el cual obligó a restricciones más o menos severas en cuanto a la movilidad de las personas en diferentes períodos del año”. La pandemia provocó una disminución del uso del transporte individual, “miles de personas pasaron a trabajar desde sus casas (teletrabajo) o asistían a sus centros laborales de manera intermitente según una programación por cuadrillas”, etc.
Menos leña en la cocción de alimentos
Sobre la menor importancia de la demanda de productos de biomasa, destacan que decreció el uso de la leña en un 4,8%; sin embargo, que la reducción de esta tasa no atribuyen a la pandemia, sino a la “reducción registrada en el número de hogares que la usan como principal combustible para la cocción de sus alimentos (30 mil hogares menos que en 2029), señalan.
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