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Cada fin de semana, en la entrada de esta localidad caazapeña, se realiza fiesta callejera en la que los jóvenes, escuchan música a todo volumen, ingieren bebidas alcohólicas y después salen a la ruta a jugar carrera en automóviles o motocicletas, causando los accidentes. Las columnas de alumbrados públicos son las principales “víctimas” de los inadaptados.
Según los pobladores, cada fin de semana, el ruido que generan los farristas en la entrada de la ciudad molesta a los pobladores que tienen sus residencias en la zona aledaña, especialmente en los barrios San José, San Luis y hasta Sagrado Corazón de Jesús.
Los lugareños manifestaron que llama la atención la inacción total de las autoridades como ser de la fiscalía zonal o de los efectivos policiales de esta ciudad. Cuando se llama al 911, los uniformados aparecen para ordenar la dispersión de los jóvenes que farrean a alto volumen o de lo contrario la fiesta se prolonga hasta el amanecer.
Manuel Vera dijo que vive cerca del lugar y es impresionante el infierno en que se convierte la zona los fines de semana. Muchos lugareños ya están acostumbrados al ruido y los desmanes.
Según los datos policiales, la camioneta blanca tipo pickup con chapa argentina GMO945, que protagonizó un percance el pasado lunes pertenece a Israel Riveros Brizuela (23), quien resultó ileso, con domicilio en la ciudad de Gral. Morínigo.
A raíz de la velocidad que imprimió el rodado, según los datos, perdió el control y fue a chocar contra una columna de la ANDE, que derribó y fue a parar en la ciclovía. Riveros Brizuela alegó que tuvo problema con una rueda delantera que le hizo perder el control del rodado.
El jefe de la Comisaria Tercera de esta ciudad, comisario principal Nicolás Cardozo, dijo que es difícil luchar contra los borrachos, “estamos haciendo hasta lo imposible, para establecer el orden y para que la gente no sea molestada”.