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El cardenal Cristóbal López volvió al país casi 20 años después y visitó a sus amigos y recorrió las instituciones. La obra salesiana ha tenido una trascendencia fundamental en estos 125 últimos años de la historia del Paraguay, afirma el cardenal Cristóbal López, más conocido como “Pa’i Cristóbal”.
Ayer domingo celebró la misa en Caacupé en un perfecto “castellano paraguayo” y comenzó la eucaristía santiguándose y saludó a los fieles en nuestro dulce idioma guaraní. Asimismo, recordó que en la víspera se conmemoró la festividad de San Joaquín y Santa Ana, así como también la intención del papa Francisco de instaurar ese día como la jornada mundial de los abuelos y las personas ancianas.
“Es una satisfacción muy grande para mí poder volver estar de nuevo en Paraguay, aunque sea por una corta visita. Volver al que es mi país de adopción, en un buen castellano paraguayo, puedo decir me hallo aquí con ustedes y quiero agradecer públicamente por el cariño”, dijo el cardenal.
Durante la celebración eucarística en el santuario de Caacupé, el cardenal López indicó a los presentes que “es la ocasión para reconocer la dignidad de la persona humana sin importar la edad que tenga, su estado de salud y su capacidad de rendir”, exhortando a los presentes a respetar a los ancianos dentro de la sociedad.
Explicó que en estos tiempos “la sociedad materialista tiende a valorar a las personas por el rendimiento económico que produce o por el gasto que produce y así los ancianos no son valorados porque ya pasó su edad productiva y empiezan a necesitar muchos cuidados”, reflexionó.
Durante la emotiva misa, agregó además que en este tiempo es el momento de reafirmar que la dignidad de la persona es inalienable y no depende ni de la edad, ni de la salud, ni de las cualidades personales. En este contexto, reflexionando sobre el pasaje bíblico de la multiplicación de los panes, lamentó la falta de generosidad con los más vulnerables. Dijo que actualmente “en el mundo hay hambre de comida, de afecto y de Dios”.
“En la sociedad en que vivimos millones de personas mueren por hambre y centenares de millones de niños crecen malnutridos o desnutridos por falta de alimento, si nosotros fuésemos generosos como este niño, acaso no sobraría doce canastos”, dijo al referirse a la cita bíblica.
“Les exhorto a todos a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido, partiendo nuestra vida, compartiendo nuestra vida y repartiendo todo lo que tenemos”, finalizó su reflexión.
Luego de la santa misa, compartió un desayuno con todo el equipo sacerdotal de la Basílica.