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La sobrecarga del cuidador se origina en el conjunto de sentimientos y percepciones negativas que él tiene respecto de la prestación continua de cuidado que necesita la persona cuidada. Por lo general, son los hijos o padres del paciente limitado, y por lo general son mujeres las más afectadas ya que las mismas asumen absoluta responsabilidad hacia el cuidado de sus familiares en dependencia.
“Muchas veces la persona siente “culpa” por sentirse desganada , malhumorada o agotada al ocuparse de una persona querida enferma, pero es absolutamente normal sentirse con emociones de desagrado ante una situación que exige mucha demanda emocional y física de la persona que cuida a un enfermo o con capacidades diferentes” manifestó la profesional de la salud mental.
La psicóloga mencionó que investigaciones recientes han arrojado datos de que las tareas de cuidado a personas dependientes (físicamente o mentalmente) de uno puede representar un factor de riesgo para la salud, predisponiendo al estrés, depresión y ansiedad (Colombo, Llena-Nozal, Mercier y Tjadens, 2011).
La enfermedad no solo se interpone en la vida del afectado sino que también trae aparejada consecuencias psicológicas devastadoras para todos aquellos que le rodean y cuidan de él. El malestar psicológico puede derivar en otros de tipo físico o agravar ese estado psicológico hasta el punto de que la persona puede llegar a caer en depresión. La persona puede llegar a sentir irritabilidad, dificultad para dormir, ansiedad, reacción exagerada a críticas, dificultad en relaciones interpersonales, desesperanza, resentimiento, ideación suicida o de abandonarlo todo, dolores, cansancio, aislamiento y pérdida de interés, dificultades para concentrarse y alteración de la memoria.
“Es normal sentir rabia, impaciencia o tristeza , sin embargo, las interpretaciones como “debería o no debería sentirme así” pueden intensificar las emociones de por sí ya presentes en esta situación. No te culpes por sentirte mal, haz lo que puedas de la mejor manera posible, pidiendo ayuda y sin postergarte”, puntualizó Olga González.
Algunas de las creencias presentes en cuidadores :
● “No debería ser ingrata, ella me cuidó de pequeño y yo debo hacerlo sin quejarme”.
● “Debo poder solo”
● “Los demás deberían pedirme espontáneamente colaboración”.
● “Siento rabia por lo que está ocurriendo, que mala persona soy”.
● “Es mi responsabilidad, soy mujer y las mujeres nos ocupamos de éstas cosas”.
● “Debería sentirme feliz de poder ser útil, sin embargo no me siento feliz, soy una mal agradecida”.
● “Soy varón y no me corresponde. Si saben que soy yo quien cuida a mis padres se burlarán de mi”.
Las creencias disfuncionales pueden afectar a la forma en que interpretamos nuestra realidad e incidir directamente en lo que sentimos. Al mismo tiempo, estas creencias pueden afectar a la utilización de determinados estilos de afrontamiento, instaurando de este modo pautas de acción que impiden la búsqueda de soluciones a los problemas y aumentando el riesgo de padecer problemas de salud. Sin lugar a dudas, algunos de estos pensamientos, llamados disfuncionales o irracionales, están relacionados con el mandato de género recibido durante nuestra socialización y dentro de nuestro marco sociocultural, que cumple una función prescriptiva referida a “lo que debe ser” y “lo que debe hacerse” (Barberá, 2004).
QUÉ HACER?
● Pide ayuda. Ningún ser humano, ni siquiera los profesionales de salud entrenados para ello pueden ni deben lidiar solos con todos los quehaceres de cuidar a un enfermo. No te enfoques en suposiciones como: “seguro me dirán que no, o ellos no se ofrecen luego, o yo debería poder”, ya que tu bienestar es TU RESPONSABILIDAD y dentro de ella está PEDIR AYUDA independientemente de la respuesta.
● Enfócate en la solución: si te encuentras con un NO , o las circunstancias no te favorecen mucho, elabora una lista de las principales dificultades que debes sortear y así ve visualizando como lluvia de ideas como podrías solucionarlo o al menos enfrentarlo de otra forma.
● Infórmate muy bien sobre los cuidados que precisa la persona que estás cuidando. Consulta con su médico.
● Cuida tu aspecto físico, esto mejorará tu bienestar psicológico
● Establece horarios y rutinas. Descansa lo suficiente.
● Se organizado, el orden propicia la salud mental, el caos nos agrega en este contexto un problema más del que ocuparnos.
● Ten ratos de ocio, disfruta de lo que te agrada hacer. No te postergues. Acepta invitaciones, pide a algún miembro de la familia que se quede los fines de semana o ciertos días con tu familiar en dependencia.
● Si por motivos particulares o laborales no puedes cuidar personalmente de tu familiar puedes contratar un servicio de ayuda de acompañamiento ya sea de personal de salud o personas que por horas van a realizarle el aseo personal, dar de comer y leerle o acompañarle. Esto tiene un costo, pero se pueden colaborar entre los demás miembros de la familia para lograrlo.
● Atiende tu salud, recuerda que si tú no te encuentras bien el cuidado será más y más pesado cada día limitando tus capacidades.
● Es importante tener unos días de vacaciones al año, después de lo cual verás las cosas de forma diferente.
● Realiza ejercicio diario, ésto favorece tu salud física y mental además de producir neurotransmisores responsables del buen humor como la serotonina.
● Si te das cuenta de que estás perdiendo la paciencia, para, respira, delega. Esto es síntoma de que estás agotado física y mentalmente. Pero recuerda que “sentirse” fastidiado y cansado es una EMOCIÓN natural y espontánea, no te hace bueno ni malo, pero no dejes que ellas controlen tu actuar.
● Haz terapia, a veces necesitamos hablar e intervenir para lograr un estado de bienestar saludable. En este punto la terapia cognitiva conductual ofrece estrategias muy efectivas para modificar aspectos cognitivos (pensamientos y emociones) que puedan estar dificultando el día a día y en la intervención sobre las determinadas conductas. También el Mindfulness o conciencia plena que es una práctica donde se enseña a observar y a aceptar los pensamientos, sensaciones y emociones sin el afán de modificarlos ni cambiarlos. Dicha técnica ha demostrado resultados para reducir el malestar psicológico siempre y cuando se acepte integrar su práctica a la vida cotidiana.
Y para culminar el artículo la profesional dijo: “QUE LAS COSAS QUE NO PUEDES CONTROLAR, NO controlen lo que SÍ puedes controlar”.