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Ana Leticia Flores Barrios es de Cambyretá (Itapúa) y María Elva Reyes es de Ybycuí (Paraguarí). A ambas les gusta el reguetón, aunque no saben bailarlo, dicen, y son hinchas del Club Cerro Porteño. La primera sueña con ser enfermera “para ayudar a los más necesitados” y la segunda, con ser maestra de primaria de los “niños más pequeños”.
La vida las puso frente a frente en el Hospital Pedriátrico Niños de Acosta Ñu, en el que comparten la experiencia de ser pacientes oncológicas bajo tratamiento quimioterapéutico en el contexto de pandemia por covid-19.
Como forma de animarlas en este difícil trance, las trabajadoras sociales del mencionado centro hospitalario organizaron una fiesta de quince años en el comedor del hospital, con todos los cuidados sanitarios.
“Para mi fue una sorpresa. Me dijeron que solo habría una misa, pero no sabía que habría también festejo”, dijo del otro lado del teléfono María Elva, oriunda del asentamiento Santa Teresita de Ybycuí. Ella es la menor de tres hermanas: Myriam (26) y Antonia (31). Al principio, ella no sabía nada de su diagnóstico, hasta que la doctora quien la atiende le dio la noticia.
“Al principio no me gustó, pero ahora ya me estoy acostumbrando”, refiere esta fanática del Club Cerro Porteño y férrea admiradora del delantero Ángel Romero; el mismo puesto en el que ella jugaba en la selección de su colegio Gral. César Barrientos. “Yo ya sabía que habría fiesta porque todos hablaban del festejo”, comenta Ana Leticia Flores Barrios, oriunda de Cambyretá. Ella se encuentra con tres meses se tratamiento. “Ahora mismo dejé mis estudios en el noveno grado, pero cuando todo esto pase y pueda volver a estudiar me gustaría ser profesora de primaria de los niños pequeños”. Ella es la mayor de tres hermanas, Milagros Araceli (11) y Cynthia Lorena (13). Ambas se quedan con parientes cercanos mientras ella se encuentra en el hospital con su madre Rosa Liliana Barrios Duarte.
“Me gustan mis regalos, una cartuchera con lápices de colores, collares, aros y para mi toalla (del club) Cerro Porteño”, agrega orgullosa esta también centro delantera en los partidos de colegio.
La historia de las dos quinceañeras es la historia de las 14 personas menores de edad que se encuentran en el albergue entre tanto reciben su tratamiento quimioterapéutico. Y de los en promedio de 250 pacientes que al año siguen su tratamiento de oncohematología en este centro pediátrico. Ellos son alojados en una habitación en el albergue del hospital. Dicho lugar se sostiene con donaciones y aportes de buena voluntad. Como sufren desarraigo por estar mucho tiempo lejos de casa, las trabajadoras sociales hacen lo posible para amortiguar el impacto.